Capítulo 34 "Segundas oportunidades"

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Si debía comparar los besos de James Potter con alguna otra cosa en el mundo diría que eran como estar al borde de un precipicio.

La sensación de sus labios contra los míos era dulce y placentera, como la vista abajo desde un lugar alto, pero sus movimientos firmes y atrapantes eran vertiginosos, como el pensar en que un simple empujón desde esa pendiente podría matarte.

Sus manos se hunden en mi espalda, apretándome contra él al punto de que tanta cercanía llega a ser dolorosa, y noto las gotas de lluvia que caen de sus pestañas largas chocar en mis mejillas.

Me separo, bajando de sus pies, y él deja caer sus manos a los costados, inclinándose hacia mí para no dejar de besarme.

Sus labios rodean mi labio inferior en un suave y casto beso que hace que mis manos tiemblen, y cuando se separa y abro mis ojos, noto el pesar en los suyos.

Intento calmar mi respiración y bajo mi vista, avergonzada al percatarme de sus labios enrojecidos y notablemente hinchados en su rostro. Veo sus pies removerse inquietos frente a mí, subo mi mirada notando mis mejillas rojas.

Toda sensación vergonzosa desaparece cuando sus ojos avellana me observan, abanicándose con sus largas pestañas.

Intento sonreír, pero las comisuras de mis labios caen hacia abajo cuando lo oigo maldecir en un susurro.

-¿Qué ocurre? - pregunto, temblorosa ante la rapidez con que sus labios murmuran con fiereza.

El pelirrojo avanza hacia mí con duda, pero se detiene a medio camino, volteándose y aferrando sus cabellos con desesperación.

-Lo siento... - comienza, mirándome con ojos cristalinos y cubiertos por una gruesa capa de temor. - Fui un imbécil. He hecho cosas...

-¿De qué hablas? - pregunto, mordiendo mis labios con fuerza, mi corazón pendiendo de un hilo.

-Hablo de ocultar mis sentimientos. - articula, dejándome helada en mi lugar. - Todo lo que dije antes, lo que hice... lo siento tanto...

Permanezco en silencio.

-Di algo. - ruega, sus brazos a sus costados.

No encuentro nada que pueda servir en este momento, por lo que balbuceo hasta dar con las palabras.

-¿Por qué lo hiciste?

Él avanza hacia mí, hasta que puedo apreciar con claridad sus ojos.

-Tenía miedo. - comienza, bajando su mirada.

-Quiero saberlo todo.

Él esboza una mueca, pero no se niega a mi petición.

- Al principio creí que sería solo atracción, pero luego comencé a obsesionarme; cuando te vi con Thomas... ¡Merlín, jamás me he sentido así!

-¿Celos? - pregunto suavemente.

-No solo eso. - responde, esbozando una mueca de frustración. - Te odiaba. Odiaba lo que sentía por ti. Me hacías sentir débil.

Aprieta sus labios hasta tornarse blancos, pero luego suspira, y su expresión se vuelve suave.

-Intenté no pensar en ti, concentrarme en otras cosas. - continúa, su voz ronca y entrecortada. - Hasta quise volverte despreciable en mi cabeza, pero no lo logré. Tú me gustabas más con cada día que pasaba, pero no podía permitírmelo. No podía arriesgarte de esa forma. - hace una pausa para tomar aire. - Fue hasta que vi cómo te torturaban. En ese momento lo supe.

-¿El qué?

-Me aterra qué puedan llegar a hacer con Lily y Albus, pero me asusta aún más lo que puedo llegar a hacer si algo te ocurriera a ti. - habla, su expresión seria y sus ojos profundos; siento mi corazón derretirse al punto de olvidar el frío que se cuela por el cuello y la falda de mi ligero vestido. - Supe que no lograría sacarte de mi cabeza.

Tercera Generación "La Batalla de las Cenizas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora