Capítulo 17 "Déjalo fluir"

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Los labios de Potter estaban a centímetros de los míos y su respiración chocaba contra mis mejillas, produciéndome un horrible cosquilleo en el estómago y envolviéndome en un delicioso aroma a vainilla.

Mi mente se puso en funcionamiento y una pequeña partícula de polvo se encargó de ahorrarme un conjunto de gritos que hubieran desencadenado otra pelea entre el pelirrojo y yo.

Estornudé sonoramente y respiré aliviada cuando Potter se alejó de mí repentinamente.

Pero, al parecer, aquel fue el primero de una cadena de estornudos que hizo que mi naríz se tornara roja.

-¿Estás bien? - preguntó Potter, su voz apenas audible a través de mis oidos tapados.

Alcé un pulgar en repuesta, siendo sacudida por otro estornudo que me hizo temblar de pies a cabeza.

-Bueno, supongo que debo volver... - dijo el joven, alejándose lentamente en dirección a la puerta y llevando su capa colgada al hombro con sencillez.

Asentí, para luego arrugar mi rostro siendo presa de otro estornudo que debió escucharse hasta en la Antartida.

Potter desapareció tras las paredes de la lechucería y no pude evitar farfullar con alivio, pero mis frases sin sentido se vieron interrumpidas por más estornudos.

¡Merlín! No era alérgica a las lechuzas, y tampoco era época de alergías. ¿Qué me pasaba?

Tapando mi naríz con una mano y haciendo muecas que supuse eran ideales para una película de terror, logré acabar mi cometido y la lechuza parda emprendió vuelo, con el sobre de pergamino a salvo en sus patas.

Respiré por la boca antes de salir de la lechucería y destapar mi naríz, me arrepentí en el acto ante otra docena de estornudos que hicieron que tropezara varias veces en el camino a la Sala Común.

Decidí que lo mejor era evitar el escandaloso concierto que mi naríz se estaba encargando de inaugurar y volví pelliscarla con mis dedos, ahorrándome un par de miradas que los alumnos me dedicaban en el camino.

¡¿Acaso nunca habían visto a alguien estornudar o qué?!

Mi enfado se disolvió en cuanto recordé la cercanía que Potter y yo habíamos compartido.

No. Error.

La cercanía que él había ocasionado sin mi consentimiento.

¡Había estado a punto de besarme! ¡De nuevo! Y no había hecho nada para evitarlo.... ¡¿por qué no había hecho nada para evitarlo?!

Tragué con dificultad.

¿Potter pensaría que me gustaba y por eso no había evitado que se acercara tanto? Merlín, por favor no.

Era lo único que me faltaba: James Potter pensando que gustaba de él.

Me reprendí unas doscientas veces, y repitiéndome que la próxima vez que quisiera hacerlo le propinaría una buena patada en la entrepierna llegué al refugio cobalto y plateado.

Liberé mi naríz, confiando en que el ataque había acabado pero siendo mis sospechas derrumabadas ante otro estornudo sonoro que hizo que todos voltearan a verme con sopresa y luego rompieran a reír con estruendo.

Avergonzada y con otra serie de estornudos, corrí escaleras arriba y me encerré en la habitación.

Me dejé caer contra la puerta, para observar los rostros sorprendidos de mis amigas contemplándome desde el suelo.

-¿Por qué entraste así, mujer? - preguntó Augus, metiéndose una grajea color almendra a la boca.

-Yo...

Tercera Generación "La Batalla de las Cenizas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora