Serpientes me susurraban al oído. Sus siseos me perseguían y me provocaban escalofríos. Podía escuchar el sonido de sus largos y elásticos cuerpos reptando por el oscuro suelo hacia mí. Queriendo atraparme y asfixiarme con la fuerza de sus músculos.
No podía saber con exactitud cuántas serpientes se reunían entorno a mí, ya que vagamente podía ver los reflejos que producían sus escamosas pieles en la oscuridad, pero era como si una parte de mi cerebro estuviera desconectada y funcionara de otra forma mucho más compleja, cómo si una parte de mí pudiera entender qué querían esos animales.
Todo era oscuridad a mi alrededor y tenía vaga certeza de las acciones de mi cuerpo, como si lo que hacía estuviera relentizado. Sentía un calor abrazador en mi interior, como si por mis venas corriera fuego en lugar de sangre. Era como si mi interior se muriera por atacar a las serpientes, pero la otra parte de mí, la parte cuerda, quería mantenerse sumisa en la espera.
De pronto, bajo la capa de sudor que me mojaba el cuerpo, pude sentir una corriente de aire helada, que me afectó más de lo que hubiera esperado. Sin mi consentimiento, mis piernas se pusieron en movimiento por sí solas, saltando el círculo de furiosas serpientes que me rodeaba.
Comencé a correr, con los siseos de los furiosos animales persiguiéndome. Mis pies se movían sin rumbo alguno, ya que todo era oscuridad, y de pronto, como si fuera por arte de magia, las serpientes habían desaparecido, los siseos ya no se escuchaban y el calor que desprendía mi cuerpo se había evaporado.
Sombras negras me rodeaban, impidiéndome ver algo más que la corriente de aire que las empujaba, formando un torbellino a mi alrededor. Las sombras parecían tener vida propia y verlas girar en torno a mí producía un efecto hermoso y delicado, pero, a la vez, misterioso y sobrenatural.
Como si mi cuerpo estuviera acostumbrado a ello, mis pies se movieron, quebrando el torbellino y haciendo que las sombras se separaran como volutas de humo en cuanto mi pie interrumpió sus recorridos.
Poco a poco, las sombras fueron dispersándose por distintos sectores entorno a mí. Cada ráfaga oscura se apropiaba de un sector y se materializaba, formando diversos objetos, para luego desaparecer, hasta formar un extraño ambiente.
Me encontraba en una casa, pude suponerlo por los muebles de madera oscura situados a ambos lados de una sala rectangular que parecía ser el comedor del lugar. La sala estaba escasamente iluminada por la luz que emanaba de un ventanal cubierto con cortinas que, supuse en algún momento debieron ser blancas pero ahora, estaban teñidas de un marrón sucio y algo deshilachadas. Todo tenía un aspecto roñoso y abandonado, los montones de polvo en las esquinas se las paredes, las manchas de humedades y las tablas rotas del suelo delataban la antigüedad del lugar.
Un par de voces llegaron a mis oídos, una voz era femenina y la otra masculina. No lograba discernir lo que decían, pero el tono frío y desafiante que utilizaban me hizo suponer que se trataba de una discusión. La proximidad de las voces fue creciendo, hasta que una pareja abrió una destartalada puerta en un rincón de la sala que yo no había reparado antes.
Ambos discutían ferozmente, y tenían sus rostros colorados por el enojo.
-¡Te he dicho que no lo sé! - recriminaba la mujer, cuyo ovalado rostro se encontraba surcado por un mar de finas arrugas que marcaban las líneas de expresión, y una mueca cansina. Los ojos se encontraban abiertos de par en par y brillaban de un bello color oscuro. No debía de tener menos de 19 años y aun así una reciente y no muy abultada panza que sobresalía de su fino vestido de lino blanco denotaba que estaba embarazada.
-¡Es tú culpa! -recriminó el joven, alzando un dedo que señalaba de forma amenazante a la embarazada.
La pareja parecía estar discutiendo sobre un error que alguno de los dos había cometido. No parecían notar mi presencia, como si yo no existiera en aquella sala.
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Tercera Generación "La Batalla de las Cenizas"
Fanfiction¿Y si en realidad no todo ha terminado? ¿Y si la generación de los Potter está destinada a algo más? ¿Y si en las cenizas todavía hay brazas crepitando, escondidas en el polvo del olvido y el anhelo de la paz? Las desapariciones comienzan c...