Capítulo 27 "Impredecible"

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N/A: Lean la nota al final!

Ha pasado una noche entera.

Las luces blancas comienzan a volverse pesadas, como enormes flashes que logran humedecer mis pupilas.

  No tengo sueño.

  A mi izquierda, Lysander Scamander se retuerce en los tres asientos que ocupa su cuerpo cansado.

  No puede dormir. Nadie puede.

  Su cuerpo se contorsiona una última vez, buscando comodidad en los duros asientos de hospital, lo cual es imposible.

  Se incorpora con rostro cansado, para apoyar su cabeza en la pared a nuestra espalda.

  A su lado, Rose Weasley permanece sentada, con sus ojos cerrados. Su naríz está roja, al igual que sus mejillas.

Joy camina inquieta por el pasillo. Sus cabellos ensortijados están alborotados y sus ojos lucen cansados.

- Traje café.

Mis ojos se elevan y chocan contra el vaso acartonado frente a mí.

- Gracias. - respondo, mi garganta rasposa.

- No hay de qué. - responde Louisa, para sentarse a mi lado.

Su hombro roza mi abrigo, y un silencio tenso e incómodo se interpone entre nosotras. Antes, jamás hubiera existido un silencio como aquel.

Las puertas del hospital se abren y cierran con cada persona que corre por las instalaciones. Sus pasos retumban en las paredes, y las ráfagas de viento dejan que los sonidos de las máquinas trabajando se cuelen en la sala de espera. Las luces son demasiado blancas para mi gusto y la almohada en mi espalda se siente dura.

- Nadie dice nada. ¡¿Por qué nadie dice nada?! - espeta con enfado Joy, golpeando con su mano la pared a su lado.

- Los médicos dijeron que esperáramos. - repite Rose, por tercera vez en lo que llevamos aquí.

Es cierto. Los médicos nos pidieron paciencia, pero nadie parece recordarlo.

Imágenes de lo que sucedió ayer por la tarde se repiten una y otra vez en mi mente.

Estábamos en la Enfermería. Acababa de despertarme cuando todo comenzó. Los gritos, las lágrimas, las corridas... luego llegamos al hospital.

Nadie entendía qué sucedía.

Lys y Rose habían venido conmigo, al igual que Joy. El resto se había quedado a informar a los padres de Gus.

Los doctores nos dieron una explicación rápida: efectos secundarios del maleficio Cruciatus y privación de la voz.

Trago un sorbo de café.

Está amargo y se enfría con rapidez.

- ¿Por qué no vas a descansar? Lo necesitas. - sugiere Louisa, y noto su brazo rodeando mis hombros.

Mi pierna se mueve de arriba a abajo nerviosamente.

No he podido dormir en toda la noche, sin embargo, no parezco necesitarlo.

- No tengo sueño. - digo, mi voz rasposa.

Mis ojos deambulan por el largo pasillo, y se detienen en la puerta blanca.

Mis retinas han grabado cada detalle de esa puerta. He empezado a odiarla; la forma en que sus engranajes suenan, el blanco mudo, la pintura desgastada en sus bases...

Tercera Generación "La Batalla de las Cenizas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora