Capítulo 13 "Granger asume"

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  Mi segunda noche en la Enfermería fue la peor de todas.

  Desperté sobresaltada, un rato despues de que Lou finalizara su visita diaria, con la nuca palpitante y un fuerte dolor en el estómago que hizo que me retorciera entre las mantas sudadas.

  Madame Pomfrey llegó un rato despues de que la llamara a gritos y aplicó un ungento verde en mi nuca, para luego enfriar un paño blanco y colocarlo sobre mi frente.

-La panza... me duele. - me quejé, masajeando la zona adolorida.

-Déjame ver... - habló la Enfermera con calma, levantando con cuidado la remera de mi pijama, el cual Augusta había tenido la amabilidad de traer minutos antes de que me durmiera por completo.

  Me retorcí hacia un lado, sintiendo una punzada y contrajendo los músculos de mi abdomen.

  Los dedos tibios de Madame Pomfrey presionaron con cuidado la zona y me quedé estática cuando vi su rostro pálido y temeroso contemplando mi piel.

  Me incliné hacia adelante, siendo sacudida por una oleada de retortijones y mirando con temor la marca que zurcaba mi piel hasta el ombligo.

  Me tambaleé hasta el espejo de cuerpo entero que había a un lado de la Enfermería y contemplé atemorizada la marca que estaba impresa en mi abdomen.

-¿Qué? ¿Esto...?

  Las palabras se habían quedado atascadas en mi garganta y un mareo me sacudió de pies a cabeza.

  Miré con detenimiento la gruesa marca que estaba grabada en mi estómago, sintiendo un frío abrazador subir por mi espalda.

  Con dedos temblorosos rocé sus bordes y no pude reprimir mis ganas de vomitar al sentir la piel escamosa y áspera bajo mis dedos.

Mis rodillas se aflojaron y mi boca se abrió por si sola dejando escapar un conjunto de fluidos desagradables. Respiré hondo y sintiendo las palmadas amables de la enfermera en mi espalda.

  Inspiré y expiré, quedándome acurrucada en el suelo y con la cabeza gacha.

-Tranquila, tranquila. - hablaba la enfermera, quitando los mechones castaños que caían sobre mi rostro.

  Madame Pomfrey se alejó unos pasos de mi y regresó con un frasco pequeño entre sus manos.

-Bebe esto hasta el fondo. - indicó tendiéndome el recipiente.

  Bebí el líquido transparente y sin sabor de un solo sorbo y los retortijones disminuyeron en cuestión de minutos.

-¿Mejor?

  Asentí lentamente, con los ojos cerrados e ignorando el picor en mi garganta.

  Me incorporé con lentitud y sintiendo mi cuerpo pesado y lento.

  Mis manos temblorosas levantaron la tela y la marca se reveló a la luz nuevamente.

  Mi labio inferior tembló bajo una capa húmeda y mi respiración se cortó por un minuto.

  La enfermera tocó la piel con sus dedos y su rostro expresó una mueca de profundo desagrado.

-Son escamas. - aseguró, retirando su mano con lentitud.

  Miré la piel marcada con confusión y terror.

-Esto no tiene sentido. ¿Cómo...? - pregunté al aire, con la voz entrecortada y un sabor amargo en los labios. - Es... incomprensible.

   Madame Pomfrey asintió con lentitud y me condujo hacia la camilla con cuidado, ignorando el charco de lo que había sido mi cena en el suelo.

Tercera Generación "La Batalla de las Cenizas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora