Noches VIII: David

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Otra luna más, Emma se encontraba tendida en la parte trasera de su coche, al aire libre. Disfrutando de la maravillosa obra de arte que le dejaba el firmamento mientras aspiraba el humo de un cigarro como siempre lo hacía. La vida de Emma solía transcurrir en un estrés constante pese a que ella se supiera mantener fría en las situaciones y en mente. Pero en ese instante, en ese lugar... Lugar que parecía hasta mágico... Era allí donde todo cambiaba, como si Emma no fuera Emma, como si la Emma que se encontraba allí no fuera la Emma asesina, famosa por no tener ni una misión fallida. Era ahí donde Emma podía realmente dejar salir a la verdadera Emma. Donde ella se permitía sentir algo.
También había paz. Una paz y tranquilidad que era indescriptible e inentendible pues uno no era capaz de si quiera imaginar tal tranquilidad y paz. Ese era su sitio secreto. Pero esa paz fue interrumpida por el tono de llamada del móvil de Emma. David. Emma descolgó el teléfono algo molesta por la interrupción de ese momento, pero enseguida se le pasó al ver quien llamaba.

- ¿Por qué no me has cogido el teléfono? Te he llamado como unas mil veces.

- Lo sé, he visto las llamadas perdidas -dijo Emma riendo en parte por los porros que llevaba.

David suspiró.

- ¿Emma qué has hecho? -dijo con tono preocupado ahora -Cada vez más personas afiliadas a la mafia rusa llegan a la ciudad. Están como locos Emma. ¿Qué has hecho?

Emma rió un poco más.

- Que rápido -hizo una pausa -No he hecho nada David, tan sólo matar al capo de la mafia. Pero nada merecedor de tal revuelo.

- ¿¡Que has hecho qué?! -dijo desesperado y notablemente preocupado.

- Tranquilo primito, si además os he hecho un trabajo que sabíais que no podíais hacer. Os he hecho un favor.

- ¡Pero así no Emma! ¿Quieres que te maten?

- No lo harán David, recuerda que soy... Banshee -dijo Emma con algo de asco e ironía al pronunciar ese nombre que tanto detestaba.

David suspiró dándose cuenta de que era imposible hablar con su prima.

- Está bien, pero ten cuidado.

Dicho esto él cortó la llamada. David era el primo de Emma, el único de su familia con el que mantenía contacto. Él siempre había sido su único amigo, jamás le había fallado. Pero Emma tampoco le había confiado ningún secreto importante, ya que pensaba que si seguían teniendo una relación de simples amigos, todo seguiría igual. Eso claro, hasta que David se alistó en el ejército. Él formaba parte de las fuerzas especiales, y como parte de éstas estaba al tanto de un asesino llamado Banshee. Cuando las fuerzas especiales fueron asignadas a investigar más de cerca a Banshee David empezó a sospechar, pues los patrones y métodos que usaba le resultaban familiares. David recordaba las veces que Emma y él habían soñado con ser espías de pequeños. Con salvar el mundo. Solían crear un mapa, una situación, y un objetivo, y el modo en que llegaban a conseguir ese objetivo imaginario era muy similar al que tenía Banshee de realizar sus objetivos. Sólo que esto ya no era un juego y las armas ya no eran de juguete. Emma confirmó sus sospechas y David entró en pánico en un principio pues si se llegaba a saber que tenía relación con un asesino de tal calibre podría significar el fin de su carrera. Pero no pensaba delatar a su prima, él la quería como una hermana. Así que dándole vueltas al asunto David vio una manera de sacarle provecho a la condición de su prima. Desgraciadamente la justicia de esta sociedad no es justa, irónicamente. Muchas veces ni el ejército ni la policía pueden detener o eliminar a alguien que se lo merece. Es así como David decidió pasarle información a Emma de esa gente intocable para las fuerzas del orden de la justicia y orden y así, ella los mataba. Pero desde que empezaron a hacer eso su relación se había vuelto más superflua. De hecho por cómo se solían hablar nadie diría que se querían, pero así era. Al fin y al cabo David era la única familia que Emma tenía, y David le debía mucho.

***

Como de costumbre Emma se había despertado un poco antes que el sol, entre botellas vacías y cigarros apagados. Miró al cielo y aspiró el limpio y fresco aire de aquél secreto lugar, dejándole abrirse paso por sus fosas nasales y llegando a sus pulmones, algo que estos agradecieron. Después de despertarse del todo Emma se dirigió a su asiento de conductora y se dispuso a encender el motor del coche, cuando un sonido que jamás había oído salió de su móvil. Era un mensaje.

NOCHES: BansheeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora