Noches XXXII: Aeropuerto

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Emma acababa de dejar a Aaron en el trabajo y se encontraba en su coche parada en una calle, preparada para llamar a Blanco y hacerle saber que había hecho su trabajo. Después de lo que Aaron le había contado sólo quería acabar con ese trabajo cuanto antes para evitar las tentaciones de matarle. Pero cuando le llamó nadie contestó. Ni la primera vez, ni la segunda. "Qué raro..." pensó, pues lo normal sería que contestase algún ayudante.

- Más te vale que me pagues cabrón –dijo en voz alta tras darle un par de vueltas, mientras arrancaba el coche y se dirigía a aquel edificio que estaba en aquel barrio triste y lúgubre donde se escondía Blanco.

Durante el camino hacia allí no paraba de pensar en la idea de que se negara a pagarle, y si aquel era el caso no le quedaría otra que matarle. "Qué pena" pensaba con sarcasmo.

Finalmente llegó a aquél barrio donde aparcó y se dirigió a la puerta de aquel edificio. Llamó una vez, dos veces, pero nadie abrió, cosa que ya sabemos por experiencia que la cabreaba. Cada vez que la puerta no se abría ella fruncía más el ceño mientras pensaba por qué nadie le abría.

- ¡Cómo entre y haya alguien pienso degollarle! –gritó con furia y se alejó un poco para coger carrerilla y pegarle una patada a la puerta.

Pero lo único que consiguió fue aboyarla un poco. "Por la fuerza no conseguiré entrar..." pensó a sabiendas de que era fuerte, pero no tanto.

Entonces se acordó de que siempre llevaba un par de clips y se dirigió a la cerradura. Primero introdujo uno con la punta doblada, el tensor, que introdujo hasta el fondo. Y luego el otro al revés, que fue con el que se encargó de ir abriendo los pernos de tal modo que se escucharon 6 "clicks" hasta que pudo abrir la cerradura y la puerta se abrió. Sacó su pistola de detrás del pantalón, y con cuidado la abrió, estando a alerta. Pero ahí, en esa habitación, no había nadie, ni siquiera había luz. Con la otra mano cogió la linterna de móvil y alumbró hasta que encontró una puerta que abrió con el mismo cuidado que con la 1ª. Pero de nuevo, en aquel gran pasillo no había nadie. Estaba todo vacío, y al final de ese enorme pasillo, la gran puerta blanca que daba al despacho de Blanco estaba entreabierta. Sin embargo, en aquel pasillo sí qua había un poco de luz que atravesaba unas ventanas, sólo que al estar llenas de suciedad la luz que pasaba era poca. Se guardó el móvil y avanzó hasta el despacho de Blanco. Con cuidado, abrió levemente la puerta, dejando a la vista un despacho también vacío. Literalmente. Tan sólo había el escritorio y un maletín encima de éste.

Todo eso le recordó demasiado a la primera misión que Blanco le encargó y que fue una trampa. Era demasiado igual y recordaba que Ismael quería ir a por ella. ¿Había entrado en una trampa? Se preguntaba. Pero era demasiado curiosa como para irse sin ver lo que había dentro del maletín. Se acercó ahora algo más relajada al saber que allí no había nadie y se percató en una nota encima del maletín. "Demasiado igual" pensó aún más, recordando la trampa en la que se quemó el brazo.

La abrió y leyó:

Por determinadas circunstancias hemos tenido que irnos de aquí. Pero soy un hombre de palabra y como te prometí en el maletín está todo el dinero que me pediste.

Que te vaya bien, Blanco

Al principio siguió reacia a la palabra de Blanco pues pensaba que allí dentro podría haber una bomba perfectamente. Acercó su oreja pero no oyó nada. Ni un "tick tack", ni siquiera un pequeño zumbido de aparato electrónico.

Deslizó ambas manos a los lados del maletín plateado y abrió los seguros. Respiró y levantó la mitad del maletín dejando ver muchos montones de billetes de 500. Sonrió para sí misma y cogió un fajo para pasar la mano por cada uno de los billetes, oliendo el olor a papel impreso.

NOCHES: BansheeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora