Noches LXXIV: Hospital

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- ¡Está perdiendo mucha sangre! ¡Hale haz compresión aquí!

Aaron se encontraba en estado de shock, oyendo el leve y lento pitido que desprendía una máquina conectada al inerte cuerpo de su novia, siendo éste el único indicador de que Emma aún seguía con vida. Cosa que le parecía increíble dada la cantidad de sangre que había por toda la ambulancia y parque, y viendo su cuerpo llacer pálido sobre la camilla.

Se tapaba la mano con la boca, asustado, con todo el rostro entumecido debido a las lágrimas, aún sin saber qué había pasado. Sin saber qué hacer, sabiendo que realmente no podía hacer nada para salvarla, y no queriendo ver como la perdía. No queriendo perderla. Sentía una angustia, y un nudo ya no sólo por la garganta, sino estómago y cuerpo en general. Cada músculo y hueso de su cuerpo se encontraba tensado, sintiendo que estaba temblando, notándose el corazón a mil por hora. Viendo como esos dos paramédicos hacían lo que él no podía para intentar mantenerla con vida.

Quería preguntar si estaría bien, necesitaba saber que volvería a ser ella, y podría volver a ver esa sonrisa suya, o esa lengua que siempre le sacaba, que podría volver a tenerla entre sus brazos. Pero le aterraba lo que le pudieran decir. Le aterraba la situación en sí, el simple hecho de ver a Emma entre tanta sangre y vendajes teñidos de rojo. Le aterraba tanto que no era capaz de producir sonido.

- Herida de bala en el corazón –decía el paramédico metiendo la camilla dentro del hospital, avisando a los doctores y enfermeros que se acercaron corriendo ante tal rebomborio –Necesita cirugía, ya.

- Tiene el pulso débil –decía una doctora –Avisad a Malcom que vaya a operaciones ¡Ya!

Aaron corría tras la camilla, agarrado a la mano fría de Emma, viéndola con la mascarilla y ojos cerrados, viéndose realmente muerta. Y tras oír lo del disparo en el corazón, su propio pecho se encogió aún más.

No iba a sobrevivir, no iba a volver a verla, ni besarla, ni oír su preciosa voz, ni siquiera ver sus hermosos ojos. Sus ojos volvían a estar llenos de lágrimas.

- No puede pasar, lo siento –le paró de repente un enfermero, haciendo que su mano se separase de la de Emma.

Aaron, sin escucharlo lo empujó con fuerza para ir tras ella de nuevo, pero otro enfermero diferente lo paró, haciendo que Emma desapareciera tras la puerta de cirugía.

Aaron, sin ser consciente ni prestar atención lo volvió a apartar con fuerza y se dirigió aprisa con intención de atravesar esa puerta. Si Emma iba a morir tenía que estar con ella, no podía dejar su lado. De ningún modo.

Pero los dos enfermeros le volvieron a coger por detrás frenándolo, aunque él seguía haciendo fuerza, moviendo los tres poco a poco.

- Señor, no puede pasar a la sala de operaciones –decía con dificultad pues toda su energía se centraba en retenerle.

Aaron siguió estirando, intentando alcanzar la puerta por la que el aparente cadáver de Emma había desaparecido, intentando llegar a ella, sin hacer caso a las dos personas que tiraban de él.

- Llama a seguridad –dijo uno de ellos con la mandíbula tensada debido al esfuerzo.

En unos segundos un gorila apareció frente a Aaron y sin que él pudiera siquiera reaccionar éste lo redujo en el suelo, desde donde siguió moviéndose pese a que se hiciera daño debido a como estaba reducido. Le daba igual, es más, casi agradecía el dolor físico pues lo prefería al dolor que sentía en su interior. Finalmente como si de un interruptor se tratara, algo se accionó en la cabeza de Aaron y dejó de moverse de la nada, en vez de eso, unos temblores acompañados de unos sollozos sustituyeron el forcejeo. Se había rendido completamente, y con eso, se había roto, aceptando que ya no la volvería a ver jamás, no con su sonrisa que pocas personas tenían suerte de ver. Había aceptado su pérdida, y todo se le empezaba a nublar, ni siquiera notaba el congelado suelo bajo su mejilla húmeda, ni siquiera notaba el peso de aquel gorila ahora inexistente, quien lo había soltando, dejándolo recostado en el suelo llorando cual niño.

NOCHES: BansheeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora