Noches XX: Quédate

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Ahí se encontraba Emma, ante el imponente timbre que salvaguardaba el piso de Aaron. Se debatía si picar o no picar. Nadie sabía qué pasaría si entraba en esa casa, de qué hablarían, que es lo que Aaron quería preguntarle a Emma, o más importante, en que estado saldría. El entrar en ese piso, el timbrar en ese instante, supondría una diferencia enorme. Claro está, en caso de que Emma cediera a esos sentimientos que tanto había reprimido. Pero eso era un problema, porque los había reprimido tanto que ya querían salir, y más tratándose de Aaron. Casi como acto reflejo, como si otra persona en su mente se hubiera apoderado momentáneamente de sus actos tocó al timbre.

Emma esperaba oír la voz de Aaron, pero éste no dijo nada. Tan sólo abrió la puerta desde el telefonito. De nuevo se le había confiado a Emma otra oportunidad de salir corriendo de allí, y cada vez se planteaba más seriosamente el hacerlo. Pero de nuevo atraída como por alguna fuerza misteriosa Emma se adentró en aquél portal y se dispuso a subir las escaleras que la llevarían a su perdición o bendición.

Se encontraba ante la puerta del piso de Aaron. No sabía con que se iba a encontrar. ¿Estaría Aaron enfadado? ¿Se volvería pesado como por teléfono? Se preguntaba con qué se encontraría, pero ni siquiera tuvo tiempo de pensar cuando al abrirse las puertas unos brazos la aprisionaron con fuerza, juntando los pedazos rotos que restaban de su corazón. Se sentía tan a gusto... Reconfortada y cálida. Al igual que Aaron el cual ese abrazo le había salido desde lo más profundo de su corazón al ver a Emma tras el susto que se había llevado horas antes.

El mentón de Aaron reposaba cariñoso sobre la cabeza de Emma mientras sus brazos la envolvían en su totalidad. Emma recostó sus manos sobre los costados del abdomen de Aaron, tomando parte en ese entrañable abrazo. Pero al momento las sacó dándose cuenta de que los sentimientos estaban controlándola, algo que no podía permitirse. Lo alejó con delicadez, como no queriendo hacerlo en realidad, y él respiró aliviado.

- Menos mal que estás bien -dijo él soltando el aire contenido mientras se tiraba sobre el sofá aliviado.

- Ya te lo había dicho por teléfono -dijo Emma con reproche mientras se sentaba en la otra punta del sofá, lo suficiente lejos de Aaron para no caer en tentaciones.

Aaron le dedicó una mirada y dijo:

- Ya pero no es lo mismo que comprobarlo por mis propios ojos.

Un silencio momentáneo se hizo pero Aaron se encargó de romperlo enseguida:

- ¿Quiénes eran esos hombres Emma?

- Gente del trabajo -contestó sin pensar.

- ¿Gente del trabajo? -repitió Aaron incrédulo -¿Y por qué parecía que querían matarte? -dijo levantando un poco la voz.

- Clientes enfadados, ya sabes cómo es el mundo de los negocios -dijo Emma convencida.

- No, no lo sé. ¿Qué mierdas de negocios haces si ponen tu vida en peligro? -dijo Aaron acercándose a Emma con preocupación y algo de enfado en su tono.

Emma se removió algo nerviosa en su sitio dada la cercanía que había tomado él.

- No me iban a matar -dijo Emma mintiendo.

- ¿No? Y seguro que también fueron clientes furiosos los que te dejaron el ojo morado -dijo Aaron agarrando con cuidado y delicadez la barbilla de Emma, tomándola por sorpresa para poder observar su precioso ojo verde ya sanado.

Emma se embobó por un instante debido a la cercanía entre sus miradas y al roce de la tersa mano de Aaron contra su mandíbula, pero tomando consciencia se alejó de ella.

- No es asunto tuyo Aaron-dijo Emma levantándose del sofá -Tan sólo he venido porque querías asegurarte de que estaba bien -dijo dirigiéndose a la salida para huir de aquella situación que tanto le dolía por tener que mentirle, aunque supiera que era lo correcto.

NOCHES: BansheeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora