Nikolay Udínov

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Emma había aparcado su Chevy en un bosque que se encontraba cerca de la mansión Udínov, pero lo suficientemente lejos para no ser vista. Se dirigió al maletero de su coche en el que traía una bolsa negra donde llevaba todos los utensilios que necesitaría. La abrió y de ella sacó un fusil de francotirador enorme que pareciera ser pesado pero que ella manejaba con una soltura y facilidad que te hacían pensar que estabas equivocado. Sacó un silenciador y acto seguido se subió al maletero y se recostó panza abajo con el arma apoyada en sus patas desplegables para una mayor estabilidad. Antes de efectuar el primer disparo, Emma aprovechó la ampliación que le proporcionaba la mirilla del fusil francotirador para volver a repasar el exterior de la mansión. Tal como en los mapas y la información que Yashiro le había proporcionado: cuatro torres de francotirador en cada esquina de la parcela, rodeadas por un muro con espino, y por los ruidos que podía escuchar Emma, guardias en el jardín también. Acabado el análisis, Emma tuvo tan sólo que rozar el gatillo para que su primera bala impactara en la cabeza del primer guardia apostado en una de las torres vigías. Tan sólo movió unos centímetros el arma y volvió a rozar el gatillo. Emma ya tenía un lado despejado. Dejó el fusil de francotirador de nuevo en la bolsa y lo cambió por una pistola también con silenciador. Se colocó un brazalete que le ocupaba la mitad del antebrazo y cogió otra pistola de un aspecto diferente que se guardó en una cinta que llevaba en la pierna derecha con su respectiva funda. Se acercó al muro y sacó la pistola con aspecto diferente, y apuntó al tejado de la torre vigía. Tras apretar el gatillo una cuerda con una especie de gancho al final salió disparada hacia el punto en el que había apuntado, tras engancharse, Emma tiró de ella asegurándose de que no había quedado suelta y tras comprobarlo le dio a un botón lateral el cual recogía la cuerda. Esa pistola había sido un regalo que recibió durante una estancia en Inglaterra, donde un agente del Mi6 y ella se ayudaron mutuamente pues ambos tenían el mismo objetivo, y como agradecimiento, el agente le regaló uno de los artilugios utilizados por las agencias de espionaje. A Emma le encantaba, era muy útil pero creía que quitaba diversión a escalar o buscar rutas alternativas. Una vez arriba. Emma echó una rápida mirada al cadáver del guardia y no pudo evitar sonreír. Justo entre ceja y ceja. Emma sabía bien sus puntos fuertes y sus puntos débiles, y el francotirador era uno de sus puntos fuertes. Seguidamente se sacó el cinturón que siempre llevaba, pues había aprendido que llevar un cinturón siempre es útil ya que te puede servir para muchísimas cosas. Lo que estaba a punto de hacer era una de ellas. Se sacó el cinturón y levantó ligeramente la cuadrada hebilla metálica por encima del pequeño muro que rodeaba la diminuta torre vigía. A través del reflejo del metal pudo ver un perro Rottwailer sentado junto a un guardia, ambos frente a una puerta que sería su puerta de entrada. No sabía cuántos guardias habría en la parte frontal de la casa por lo que tenía que ser silenciosa para no llamar la atención. El problema iba a ser el perro pues su oída e incluso olfato podía llegar a causarle un problema si empezaba a ladrar. Así que decidió que el perro sería el primer objetivo, para el cual utilizaría su brazalete. 

El brazalete de Emma no era para nada común. Era de metal y cuero aparentemente normal pero en el interior tenía un sencillo mecanismo que actuaba como los canutos que hacen los niños en la primaria, solo que con más potencia y que este no disparaba canutos. Emma se lo había diseñado ella pues no quería matar a gente inocente, tan sólo los que se merecieran morir, pero a veces muy a su pesar tenía que pasar por gente inocente hasta llegar a su objetivo y eso no le gustaba nada. Es por eso que a falta de recursos Emma decidió crearse su propia arma. En un lateral el brazalete tenía una ranura por la que Emma introducía unos dardos con una toxina que actuaba casi inmediatamente al contacto con la sangre provocando que el sujeto quedara inconsciente el tiempo necesario, sin así tener que provocar más daños de lo necesario. Así pues, Emma introdujo tres de sus dardos y en un rápido movimiento apuntó asomándose ligeramente por la torre al perro, el cual quedó dormido casi al instante tras ser alcanzado por el dardo. El guardia al ver que el perro se desmayó empezó a moverlo pensando que simplemente estaba siendo vago, hasta que vio el dardo de Emma enganchado en una pierna del perro. Pero Emma rápida como siempre no le dio tiempo a reaccionar pues le disparó otro dardo justo antes de que pudiera decir nada. El guardia empezó a tropezar hasta que cayó en el suelo inconsciente. Tras haber dormido a los dos sujetos Emma escalo torre abajo hasta llegar al suelo y se dirigió hacia el guarida y el perro que yacían inconscientes. Una vez a su lado les quitó los dardos y se los guardó. Después colocó al guardia en una divertida pose abrazando al perro cual peluche pareciendo así que ambos se habían quedado dormidos. Tras no poder evitar sonreír ante la graciosa escena se dirigió hacia la puerta y se dispuso a abrirlas, pero para su sorpresa la puerta no tenía pomo, ni nada con lo que poder abrirse. Emma echó un vistazo rápido a las ventanas de esa fachada y una preocupación la empezó a invadir poco a poco. La casa estaba toda cerrada con un moderno sistema de seguridad el cual sólo es posible de abrir desde dentro, estaba jodida. Pero como un rayo de luz esperanzador Emma descubrió una ventana ligeramente abierta, de esas ventanas de baño que se abren inclinándose por arriba. No era la opción que más le gustara pero era la única manera que tenía de entrar. Se dirigió a la esquina y empezó a trepar asegurándose de no poder ser vista por los del interior de la casa, pero se tuvo que detener en seco cuando estaba en el 3r piso pues un guardia de la parte frontal de la mansión se estaba dirigiendo hacia donde el guardia y el perro se encontraban durmiendo plácidamente, es decir, hacia Emma. Se pegó lo máximo que pudo a la pared, intentando camuflarse con la pared y oscuridad que le brindaba la noche, y rezó para que no mirase hacia arriba. Cuando el guardia la pasó se apresuró hacia la ventana y se sacó una pequeña navaja que siempre llevaba, con la que desatornilló la ventana sin hacer ruido pues dentro del baño había una mujer duchándose y cantando alegremente, ignorante de todo lo que estaba pasando. Mientras Emma estaba con los tornillos de la ventana pudo oír al guardia hablándole a su compañero inconsciente:

NOCHES: BansheeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora