Noches XXIX: Enemigos potenciales

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Aaron debía volver a la pastelería y Emma debía hablar con Ismael de nuevo, así que de camino le dejó en su trabajo. Cuando ella hubo vuelto al extrarradio de la ciudad donde se encontraba el despacho de Blanco aparcó de nuevo junto a la pista de baloncesto, de nuevo vacía. Volvió a traspasar un par de jardines pertenecientes a unas pequeñas casitas de gente que se escondía dentro mirando con miedo a Emma, y finalmente llegó a ese edificio de cemento donde se encontraba Ismael. Fue a tocar pero como la última vez, se volvió a abrir dejando a la vista al joven de la cicatriz en la cabeza. El chico saludó con la cabeza mientras miraba con miedo al suelo.

- El señor Blanco no está de muy buen -empezó, pero Emma le cortó.

- No es mi problema.

El joven llevó algo temeroso a Banshee hasta el despacho del señor Blanco, probablemente pensando en cuál de los dos le daba más miedo. Emma entró y se encontró con un despacho totalmente diferente al de la última vez. Éste tenía un montón de papeles tirados por el suelo y alguna que otra pieza de mobiliario rota. Ismael se encontraba de espaldas a la puerta, apoyado contra la mesa. Al oír la puerta abrirse habló:

- Meneses... -llamó con rabia al chico, el cual tembló ante Emma -Te había dicho que no me molestaran.

Emma, sorprendida por el miedo que sentía el chico hizo un acto de bondad no muy típico de Banshee. Puso su mano sobre el hombro del joven y le indicó con la cabeza que se marchara. El joven la miró no muy seguro de dejarla a solas con él ya que temía por su seguridad, pero ella le sonrió con superioridad mostrando que ella era Banshee. El chico la miró conmovido y le sonrió para después atravesar la puerta y desaparecer tras otra habitación.

- Pues te jodes -dijo Emma de vuelta con su tono de Banshee.

Ismael se estremeció al oír la voz de Banshee pero luego sintió furia al darse cuenta de cómo le había contestado. A él, al mismísimo Ismael Blanco.

- No es mi culpa que no seas capaz de ver a los topos entre tu propia gente -dijo Emma sentándose en la butaca frente la mesa de Ismael.

Él la miró con rabia pero se contuvo pues en el fondo tenía razón.

- El cabrón que nos delató sigue sin salir a la luz -dijo entre dientes con mucha furia.

Emma rió superior y lo miró de reojo.

- Pues vaya jefe estás hecho.

Ismael pasó sus manos con furia por el escritorio tirando más papeles al suelo, y con ellos también botes de lápices y alguna que otra figura de cerámica que se rompió. Ahora Emma entendía el estado de la habitación.

Blanco se dirigió a una estantería y rompió lanzando contra la pared cualquier cosa que estuviera allí. Emma tan sólo miraba las cosas caer al suelo sin inmutarse, suspirando y rodando los ojos. Ismael se volvió hacia la mesa y fue a pasar de nuevo los brazos para tirar lo que quedaba, pero en un gesto rápido Emma consiguió salvar algo, una botella de alcohol. Ismael no reparó en eso y siguió rompiendo cosas mientras gritaba desesperado.

- Esto no se va a desperdiciar así... -dijo Emma para sí, ajena al berrinche de Blanco.

Cogió un vaso del suelo y se sirvió en él de la botella. Mientras bebía y observaba como Ismael trataba de calmarse habló:

- ¿Has probado el yoga? Es más barato que tener que remodelar toda una habitación -dijo Emma sonriendo alzando la mano mientras señalaba el estado de esa sala.

Ismael cada vez tenía más ganas de matar a Banshee, pero sabía que la necesitaba para matar a Rodrigo y que probablemente enfrentarse solo a ella no sería buena idea. Más relajado se volvió a sentar en su silla y cogió aire.

NOCHES: BansheeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora