Ismael Blanco II

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La luz de un monitor alumbraba un oscuro despacho, alejado del tumulto de la ciudad. En él, un hombre cabreado reposaba pensativo sobre el escritorio. Intentando con todas sus fuerzas no destrozar ese despacho como otras veces había hecho. "Maldita hija de puta" se repetía en su cabeza, aumentando las ganas de matarla, de matar a Banshee.

De repente, el molesto y fuerte sonido del teléfono sonó, rompiendo el silencio de ese sitio.

- Blanco, ya ha llegado. ¿Dejo que pase? –preguntó el ayudante sin dar muchos detalles. Aunque no hizo falta, él ya supo a qué se refería.

- Sí –contestó él seco y borde, probablemente por la rabia que sentía.

Nada más decir eso colgó el teléfono y se levantó de mala gana para dirigirse a las ventanas. Contó hasta 3 para coger aire y tranquilizarse y luego subió las persianas, dejando que la calurosa luz del mediodía alumbrase ese despacho que antes era inundado por la penumbra.

Se quedó mirando unos instantes a través del cristal, viendo como los árboles eran sacudidos por una leve brisa. Pero rápido se vio aburrido por esa imagen y se fijó más en su reflejo cabreándose aún más al verse la cara pues había sido engañado como un niño.

Unos golpes sonaron en la puerta y sin esperar respuesta alguna se abrió, dejando ver un joven trajeado con el pelo castaño algo corto y despeinado.

- Siéntate –le dijo Ismael algo más calmado.

El joven con el rostro serio, pero seguro, se sentó en la butaca. Esperó que le dijera algo más pero no fue así, por lo que fue él quien rompió el silencio.

- Te dije que no caería –dijo con una media sonrisa.

Ismael, sin girarse, mordió con la mandíbula con rabia, reprimiendo un bufido. Se dio la vuelta pasando su lengua por los dientes, aún reprimiendo cualquier comentario no deseado y pasó a su butaca frente a la de ese joven trajeado que había contratado.

- Pero ¿Bali? –dijo Ismael aún incrédulo, haciendo que el joven riese.

- Para hacernos perder tiempo. Ahora sabe que quieres ir a por ella y le hemos dado el tiempo suficiente para prepararse –dijo el joven sintiéndose superior.

Ismael volvió a resoplar cabreado.

- Sinceramente –empezó recostándose en su sillón, habiéndose relajado considerablemente –No tengo más información que darte. Es un fantasma –dijo casi avergonzado.

Pero el joven sólo sonrió:

- Tú eso déjamelo a mí. Puede que me lleve un tiempo encontrarla... Pero desde luego que lo haré –volvió a sonreír, esta vez imaginándose el encuentro con Banshee.

Ismael lo miró, no muy convencido. Su impaciencia infantil le hacía querer que fuera ya, que Banshee muriera cuanto antes mejor. Pero dadas las circunstancias y la invisibilidad y poca constancia que había sobre ella sabía que no le quedaban muchas más opciones. Ya daba gracias de haber encontrado a alguien que aceptase intentar matar a Banshee. Y no era de extrañar. Desde que llevaba en el negocio de los sicarios ella era la asesina más buscada, mejor pagada, y más temida. Jamás había fallado un solo encargo y no sólo era eficiente si no que su trabajo era limpio. Nunca dejaba rastros, pistas, nada más que lo que ella quisiera. Por eso que se habían inventado hasta rumores sobre ella. No era de extrañar de entonces que nadie se atreviera a ir contra ella, o a por ella, ni por dinero. Muchos lo habían intentado anteriormente, sobre todo al principio de su carrera. Pero todos habían acabado muertos de maneras crueles e inimaginables.

Era por eso que Ismael intentaba tener al joven que había contratado cómodo y por ende no le metería prisas. Por muchas ganas que tuviera.

- Tú asegúrate de matarla. Y hazle sufrir

El joven volvió a sonreír ante la rabia de Ismael mal escondida, preguntándose qué habría hecho la chica para ganarse ese odio por su parte. Quizás nada, pensaba, sabiendo que Blanco era impetuoso e irracional, pero también sabía que Banshee no se callaba nada y era especialista en sacar de quicio a la gente jugando con ellos.

De todos modos tenía una misión, y la cumpliría. Le daba igual cuanto tardase, estaba decidido a encontrarla, y pese a que no tenía mucha información de ella más que el saber cómo era físicamente, se guiaba de su propio conocimiento sobre ella. Así que, poco a poco, empezaría a buscar por ciertas partes de la ciudad donde creía y esperaba encontrarla.

Al principio no acertó mucho. Tardó un par de semanas en acercase si quiera a ella. Además de que debía actuar con cautela pues desde luego ella sabía que irían a por ella y si ya estaba alerta normalmente, esos días aún lo estaría más. Pero a él en realidad le daba un poco igual eso.

Primero buscó en clubs nocturnos, pubs. Pero no tuvo suerte. Tras recorrerse todos los bares y discotecas y no encontrar nada decidió simplemente patrullar la ciudad de noche, pero tampoco encontró nada, ni siquiera un coche conocido.

"Tendría que haberla encontrado ya" pensó extrañado de no haberla encontrado por ninguno de esos sitios "¿Dónde estará?".

Hasta que cayó. En algún momento tendría que comprar o bien armamento, o bien alcohol y tabaco. Y sabía que Banshee no se arriesgaría a comprar armas así que la primera quedaba descartada. Esa era su última baza y sólo había 2 tabaquerías de las que le gustaban en la ciudad.

Fue a la primera a probar suerte, y estuvo ahí tres días, vigilando la puerta. Pero nada, no hubo suerte. Sólo le quedaba la otra tabaquería. "No puede haber dejado de fumar" se decía pues sabía que Banshee fumaba como un carretero.

En esa última tabaquería se quedó también 3 días vigilando pensando que el tabaco no le duraría ni un par de días. Y el último, cuando ya se había resignado de no encontrarla. Al menos no de ese modo, una chica entró en la tabaquería.

No le hizo falta observarla mucho tiempo para saber quién era. Corta estatura y poca cosa, pelo largo de color indefinido, visitendo de negro u oscuro, y un andar seguro pero despreocupado. Sin duda era ella. No le había hecho falta ni verle la cara para saber que era Banshee.

Ya la tenía.

NOCHES: BansheeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora