Noches XII: Juegos Recreativos

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Como ya hacía unas noches, Emma pasó a buscar a Aaron. El cual la esperaba también con una sonrisa que provocaba que Emma se estremeciera cada vez que la veía. Tras unas pocas indicaciones por parte de Aaron, ambos se alejaron un poco del tumulto que era la ciudad y llegaron a un local algo perdido en una carretera.

- Que no te engañe su aspecto -dijo Aaron sonriendo y colocándose al lado de Emma, la cual estaba parada mirando el edificio no muy convencida.

Ambos se encontraban ante un local de un solo piso sin nada alrededor, al cual se llegaba tras un desvío de una carretera ya de por sí algo escondida. El local era de hormigón sin pintar ni nada con tan sólo un par de ventanas y con un letrero de neón que ponía: GAMES. Aaron, seguido por Emma, entró en el local. El cual la dejó sorprendida pues realmente Aaron tenía razón cuando le había dicho que no se fijara en el aspecto exterior. Ambos se encontraban ahora en un local más grande de lo que en un principio parecía. Éste estaba dividido en dos por una especie de valla. Las paredes estaban tapizadas de un terciopelo verde y el suelo era de moqueta marrón. En una parte del local se encontraba un bar con tan sólo dos señores mayores leyendo el periódico y un camarero secando unas copas ya secas. Y en la otra parte del local se encontraba una infinidad de juegos recreativos. Desde el billar, hasta hockey de aire. Emma no pudo evitar sonreír, pese a que lo reprimió como pudo, y Aaron que no había parado de observarla desde que habían llegado sonrió también al ver que el sitio le había gustado.

-	Está bien, ¿Por dónde quieres empezar? -le preguntó Aaron abriendo sus brazos mostrándole el amplio lugar sólo para ellos

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- Está bien, ¿Por dónde quieres empezar? -le preguntó Aaron abriendo sus brazos mostrándole el amplio lugar sólo para ellos.

- Eso depende, ¿Por dónde quieres perder primero? -dijo Emma sonriéndole de vuelta y mirándole a los ojos desafiante pero divertida.

En ese instante Aaron notó como si alguien estuviera jugando con un muñequito de vudú de él mismo y le acabaran de pinchar en el pecho. Aaron quedó preso de una especie de hechizo el cual había sido conjurado por la sonrisa de Emma. Él era consciente de que se sentía atraído por Emma, no sólo por su notable belleza, sino por el misterio que la envolvía y por la verdadera Emma. Esa que se dejaba ver tan sólo si habías conseguido pasar muchas capas de la Emma dura. Esa de la que Aaron ahora gozaba. Esa que le había acabado de enamorar.

Ambos se divertían visitando máquina tras máquina y juego tras juego. El tiempo pasaba pero para ellos tan sólo habían pasado un par de minutos. Ahora se encontraban frente a un martillo que medía la fuerza.

- Mhm no sé si quiero jugar a esto contigo -dijo Aaron divertido pero haciendo una mueca pensativa.

- ¿Por qué? -dijo Emma riendo, como lo había estado haciendo toda la tarde.

Hacía años que Emma no sonreía tanto tiempo seguido y de hecho ya notaba calambres en las mejillas. Pero estando al lado de Aaron no sólo le parecía imposible no dejar de sonreír, sino que además el dolor de los calambres tampoco parecía tan horrible.

- Ya me intenté hacer el gallito en la feria con lo del peluche... Además me llevas ganando casi todo el rato. Sé que ganarás -dijo Aaron algo avergonzado rascándose la nuca.

Emma no pudo evitar reír al ver a Aaron de esa manera tan adorable. Pero se quitó ese pensamiento de la cabeza tan rápido como pudo.

- No es cierto. Es obvio que eres más fuerte que yo, probablemente me ganes. Eso no quita que en una pelea lo vayas a hacer -contestó Emma reconfortante sacándole la lengua.

Y así fueron pasando la tarde, entre broma y broma, y entre risa y risa, hasta que llegaron al último juego que les quedaba por jugar. Un simulador de un videojuego en el que cogías un subfusil de plástico que tenía un sensor y al apuntar a la pantalla le dabas a unos zombies. Emma no pudo evitar meterse en el papel pues era coger un arma y transformarse en otra persona, dejar de ser Emma y pasar a ser Banshee. Aaron sin poder dar a ningún objetivo pues Emma se los robaba todos la miró asombrado una vez más. Ella, sin embargo miraba concentrada la pantalla, ajena a lo que pasaba fuera de ella. Emma en un pequeño vistazo vislumbró a Aaron observándola, haciendo que se sonrojara.

- ¿Qué miras? -preguntó Emma cortante pues aún en posesión del subfusil seguía en su papel de Banshee.

- Eres muy buena -dijo Aaron aún asombrado, como si lo que estuviera viendo no fuera si quiera posible.

- Se me dan bien los videojuegos -respondió de nuevo tajante.

En menos rato del que le tomaría a una persona normal, Emma acabó con todos los zombies, captando así la atención asimismo de uno de los dos señores que se encontraba en el bar. Era un señor que vestía unos vaqueros negros y una gabardina negra de terciopelo. De pelo blanco y llevaba un bigote espeso también blanco. El señor era mayor, de unos 40 y pico años, pero no tenía el pelo blanco por ser mayor, sino porque era nórdico. Ese señor parecía que leía el periódico, pero en realidad observaba de cerca a Emma sin que ésta se diera cuenta.

Cuando Aaron y Emma se fueron de aquél lugar el señor norteño hizo una llamada creyendo haber encontrado a quien buscaba.

NOCHES: BansheeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora