Noches LXVI: Paliza

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Aaron aguantaba el saco de boxeo mientras miraba a Emma sonriendo feliz de poder enseñarle algo, y también por lo bien que le quedaban los guantes de boxeo junto esa trenza y esa ropa, ahora mojada y pegada debido al sudor.

Emma no era la primera vez que pegaba un saco de boxeo, de hecho, solía usarlo cuando sentía mucha impotencia. Cuando tenía la suerte de llegar hasta él, otras veces la rabia era tal que no llegaba y acababa dándole a la pared. Por lo que dar puñetazos no era algo que se le diera mal, era el hecho de luchar con puñetazos. Como otras veces había dicho, Emma sabía sus puntos fuertes y sus débiles, y este era uno de sus débiles.

Miró por unos segundos el saco y se olvidó de que Aaron estaba detrás. Empezó a pensar en toda la trayectoria que había sido de su vida, notando un leve fuego de furia crecer en su interior hasta que finalmente lo dejó ir en varias ráfagas de puñetazos que fueron más fuertes de lo que Aaron esperaba.

- Pues lo haces bastante bien –habló él cuando Emma se detuvo a coger aire –Y tienes fuerza... Pero, ¿y si pruebas otros golpes también? –sugirió él intentando no desviar su mirada al pecho de ella que subía y bajaba mientras gotas de sudor se deslizaban por este. Tentando.

Emma fruncía el ceño y tenía una expresión que parecía de cabreo, era la expresión de Banshee. Pero en cuanto oyó la voz de Aaron se relajó recordando dónde estaba y con quien.

Se pasó uno de los guantes por la frente, notándolo frío en comparación con su piel y asintió para luego combinar diferentes golpes desde diferentes sitios.

- Nada mal –contestó Aaron cuando ella volvió a detenerse.

Mientras ella respiraba él se colocó a su lado para explicarle:

- Pero te limitas a los brazos. La fuerza no sale sólo del puño, tienes que rotar las caderas también –dijo mostrando un par de golpes.

Emma se apartó un poco poniendo sus brazos en jarra, respirando y medio sonriendo al ver el torso desnudo de Aaron tensarse, mostrando sus músculos y su sudor a medida que asestaba golpes al saco.

- Está bien –contestó ella enseguida.

Aaron le volvió a dejar espacio y ella lanzó un par de golpes, pero él la cortó.

- Mira –dijo posicionándose detrás de ella.

Puso ambas manos en los hombros de ella y los colocó en una diagonal:

- La guardia es como siempre, protegiéndote.

Ella quiso bufar pues no le gustaba que le explicasen cosas que ya sabía, pero se abstuvo.

Aaron bajó ambas manos hasta el abdomen de ella donde la giró un poco para que quedase también en diagonal y luego las mantuvo alrededor de ahí mientras habló:

- El abdomen ha de estar en tensión y con un ángulo igual al de los hombros,. Y luego viene lo de la cadera, que la tienes que rotar –dijo bajando un poco más sus manos hasta sus caderas.

Emma no pudo evitar medio sonreír mordiéndose el labio, notando sus firmes manos sobre su cuerpo y su fuerte cuerpo rozando su espalda.

- ¿Algo más, entrenador? –preguntó sarcástica ella.

- Sí –contestó él sonriéndole también casi en la oreja.

Bajó finalmente sus manos hasta los muslos de ella donde las movió para colocarle las piernas del mismo modo que los hombros y las caderas, en la posición de guardia.

- Las piernas también forman parte de la guardia. Ahora ya puedes pegarle al saco mejor –sonrió él.

- Pues yo creo que todo esto es una escusa para poder manosearme –sonrió ella pícara, no teniendo ningún problema a que ese fuera el caso.

NOCHES: BansheeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora