Deseos Inadecuados (Levi x Eren) [Fanfic Yaoi] 《Shingeki No Kyojin》

Capítulo XXXI

Recuerdos de Hanji, Parte 7

¿Era Maru consciente de esto?
¿Era ella la que me besó?
¿O era ese maldito subconsciente que provoca el alcohol?

No quería continuar con esto. Ya que, yo quiero hacer todo esto cuando no esté borracha, cuando esté consciente de las cosas.

Sentía sus labios sobre los míos. Eran muy suaves. No quería que esto terminara. Pero supe que ya había terminado, cuando Maru se dejó caer sobre mi.

Se había desmayado en medio beso.

Aún así... la sigo amando.

La cargué como princesa y la llevé donde Haru.

—Haru, vámonos —dije.

—Sí.

Se paró y me siguió.

—Chau, chicos. Nos vemos mañana —les dije.

—¡Chau, Hanji-san! —se despidió Yamanaka.

—Nos vemos —dijo Satou.

—¡¡Adiooshitooo!! —gritó Raba.

Definitivamente, esos tres están locos.

◆◆◆

—Hanji, ¿me estás escuchando? —dijo Haru sacándome de mis pensamientos.

—Ah... sí.

Se quedó observándome sin decir nada.

Al llegar a casa, acosté a Maru en su cama.

¿Recordará mañana lo sucedido hoy?

—¿Ese fue tu primer beso?

—¡Q-Qué te i-importa!

—Ja, te sonrojaste.

—¡Cállate, enano y déjame continuar!

—Tsk.

Al día siguiente, cuando me levanté para ir al baño. Pude observar una carta debajo de la puerta. La abrí y decía que no iba a ver entrenamiento, ya que ejecutarán a alguien...

—¡Haru! —Corrí hacia su cama y empecé a moverlo— ¡Haru, despierta! —susurré no muy alto, para evitar que Maru se despertara.

—¿Q-Qué pasa? —dijo despertándose.

—¡Mira! —dije dándole la carta.

Él la leyó.

—¿Pero qué...?

—¡Cambiate! ¡Apresurate! —dije sacándome la remera.

—¡Sí! —dijo bajando de su cama— I-Iré al baño a cambiarme...

—Maru está dormida, hazlo acá. Yo no tengo problema. Te tardarás más —farfullé yendo al baño.

—O-Ok...

Antes de irnos, le dejé unas pastillas y un vaso de agua. Ya que era obvio lo que sucederá al despertarse.

Haru y yo fuimos corriendo, y al llegar al lugar, nos encontramos con una gran sorpresa...

—Estos dos... ¡sinvergüenzas! ¡Pecaron ante los ojos de nuestros dioses! —decía un señor que con solo verlo se podía decir que era del Muro Sina. Joyas por doquier. Todo innecesario.

—¿Ayato? ¿Yuzuru? —susurró Haru.

Volteé hacia Haru. Luego volteé hacia mi izquierda... y podía verla. Era Yamanaka, que lloraba con amargura mientras era sujetada por las dos hermanas mellizas de Raba.

—¡Rin! ¡Te matarán! —decía una de las mellizas mientras lloraba— ¡No vayas!

—¡Suéltenme! —su cara se había hecho roja por dos razones: de enojo y desesperación.

—¡Pero ya no más! ¡Estas cosas como ellos son los que atraen a los titanes!

Las palabras del hombre me daban asco, repugnancia. ¿Qué ser con cerebro le creería?

Miré a mi alrededor, y me dieron la respuesta...

Sus caras lo decía todo...

—¡Matenlos! —gritaba uno.

—¡Son una apeste! —gritaba otro.

—¡¡¡Cállense, escorias sin corazón ni cerebro!!! —gritaba Yamanaka.

—¿Algo que me tengas que decir, Ayato? —le preguntó Satou a Raba.

—¡E-Eres un idiota!

—Pero, amas a este idiota, ¿no?

—Fastidiosamente sí...

—Eso era lo único que quería escuchar... —sonrió y suspiró. Tal vez, ya sabía que su fin se acercaba—... mi pequeño tsundere -río.

—Idiota... —sonrió sonrojado. Suspiró— Nunca... nunca quería que esto terminara así... capaz si seguía ocultando mis sentimientos, nada de esto hubiese pasado...

—¡Hey! No te culpes por algo así. No tienes ni un pedazo de culpa, ¿sí? A propósito... me sorprende que tus hermanas no estén gritando.

—Les dije que todo estaba bien. Si esto era lo que yo recibía por saber qué es el amor, entonces lo acepto...

—Ayato, estoy feliz...

-Yo también, Yuzuru...

—Al final, soy el seme, ¿verdad? —soltó una pequeña risa.

—Tsk... —trató de ocultar una sonrisa— cállate...

—¡Uno...! —contaba el hombre para que dos policías que se encontraban detrás de cada muchacho disparase.

—Ayato —sonrió—, te amo...

—Yo... yo también —se le cayó una lágrima.

—Si tuviéramos un hijo... ¿Qué quisieras que fuese? ¿Hombre o mujer?

—Mmm... me da lo mismo, lo que cuenta es que es el dulce resultado de nuestra unión, de nuestro amor...

—¿Y cómo le podrías? Yo pensaba tal vez el nombre de alguna de tus hermanas.

—Le podría Rin...

—¡Dos...!

—La fastidiarian con el sonido de una campana...

—¿Tal y como lo hacemos con Rin?

Rieron juntos.

—¡Disparen!

Podía observar cada detalle de cada movimiento. Era horrible.

La sonrisa de los muchachos fue lo último que se pudo ver. En un abrir y cerrar de ojos, el escenario estaba cubierto de sangre. Sangre inocente...

Y de fondo, se escuchaba el grito desgarrador de Rin.

¿Es tan malo enamorarse?