Capitulo 5

2.4K 139 6
                                    

Ese lunes por la noche, cuando salí del cine, tenía la sonrisa idiota en la cara, la típica que se me pone cuando he visto alguna película que me ha resultado magnífica. De regreso en el bus, mi mente no dejaba de inventarse historias nuevas, personajes que se me revelaban de pronto en medio de esa creatividad desatada. Así que me apuré en llegar al restaurante del viejo julio y tras pedirme una hamburguesa y un café, me senté en la mesa más apartada que había para sumergirme en mi punto aparte y en esa arrugada libreta roja. 

No sé cuánto tiempo llevaba escribiendo y reescribiendo cuando una voz desde el mostrador, al sonarme terriblemente conocida, me sacó de mi universo paralelo. Giré cual autómata y pude por fin verla, que discutía con el dueño del local. 

- Es un dólar con cincuenta 

- Un dolar con cincuenta por un miserable café? Pero eso es un robo 

- Pues o lo tomas o lo dejas 

- Tengo cincuenta céntimos, me puede dar media taza? 

El viejo julio la miró con recelo unos segundos para al final terminar sirviéndole una taza completa. Ella, quien lucía bastante demacrada, se lo agradeció, sentándose al extremo opuesto de la barra. A diferencia de la otra vez, vestía bastante normal, llevaba unos jeans viejos y un suéter largo color gris, pero siempre con el maquillaje algo excesivo en los ojos y las uñas de ese rosa vomitivo que yo ya había decidido perdonarle. 

De forma automática, volvió a transformarse ante mis ojos, de corriente y cotidiana a maravillosamente distante y etérea, como si se perdiera en alguna profundidad que ciertamente, yo desconocía. Mirándola ahí sentada, fui repasando lentamente cada detalle suyo, tratando de encontrar que era exactamente lo que me atraía tanto de esa mujer. Obviamente, no obtuve respuesta alguna. 

De repente, se levantó y volvió a acercarse al viejo, a quien le pidió cortésmente otro café. El hombre le negó con la cabeza y la mujer comenzó a perder los papeles. En ese momento decidí intervenir y me acerqué hasta la barra, saqué un billete y se lo extendí al viejo que ya había puesto su cara de enfado.

-Dale el café julio -Me giré hacia ella- Quieres algo más? Algo de comer tal vez? 

Me miró apenas un ratito con cierta sorpresa para volverse hacia el mostrador y sin perder el tiempo responder: 

- Tostadas con mantequilla y mermelada y si se pudiera también uno de esos bizcochos de vainilla 

El viejo buscó mi aprobación y yo asentí. La volví a mirar y la invité a que se sentara conmigo, lo cual aceptó sin problema. Pude comprobar otra vez, al estar frente a ella, como su presencia no solo me ponía nerviosa sino que a la vez, desataba mi adrenalina de forma irremediable. 

- Oye gracias, es que tuve un resfrío del carajo, con fiebres y escalofríos y no he podido trabajar en varios días. Encima, mi compañero de departamento está perdido desde hace unos días y no tengo ni un dolar, pero luego de comer te lo pago, me dices lo que quieres -me sonrió- te hago una tarifa especial 

- Gracias, pero no es necesario, te estoy invitando 

- Ah bueno, yo no me hago de rogar... la verdad, me muero de hambre 

Efectivamente, me quedó más que claro que se cagaba de hambre, pues lo devoró todo en menos de 5 minutos. Para muchos, verla comer podría haber resultado algo desagradable, pero para mí fue un espectáculo absolutamente cautivador. Tras un inicio accidentado e incomodo sobre todo para mi, por ese estado idiota en el que me encontraba, finalmente pudimos enganchar en una conversación, gracias a ella y su total conchudez para decir y hacer las cosas. 

- De verdad trabajas en el Premiere? 

- Si 

- Haciendo que? 

- Pongo las películas

- Jaaaaa dios

- De que te ríes? 

- No, es que... cuando te vi en el baño, pensé que eras una tipa que estaba ahí porque necesitaba urgentemente un polvo 

-Bueno... -le sonreí- podía ser también 

- Ya lo creo, si mal no recuerdo, te viniste enseguida 

Por lo general muy pocas cosas me avergüenzan pero esa puesta en evidencia de mis debilidades "polvísticas" me logró descolocar a tal punto que, hizo que comenzara a jugar con mi lapicero para así evitar tener que mirarla. 

- Que escribes? 

- Nada, huevadas que se me ocurren ... de vez en cuando 

- Por lo visto se te ocurren un culo de huevadas entonces porque tienes la libreta llena - volví a sonreír mientras ella guardaba silencio y le daba otro sorbo a su café. 

- Porque farfalla? 

- Pues porque suena más elegante a decir: ahí viene la mariposa, además -volvía a mirarme- yo no revoloteo 

- Ah no?- le pregunté entre irónica y divertida
 
- Me has visto acaso? 

- No 

- Yo trabajo que es muy distinto
 
- Ya ... 

- Vives por aquí? 

- Si, aquí arriba del restaurante 

En eso vi que sacaba una pastilla de chicle y sin pensarlo siquiera le cogí la mano y en tono casi de suplica le dije: 

- No comas eso por fa 

- Porque? 

- Porque te ves preciosa así como estás y cuando acomodas tu mechón de pelo... no sé es tan... sublime.... y el chicle me rompe el hechizo 

Me quedó mirando bastante descolocada 

- Carajo!.. Me encuentro con cada bicho raro yo... no te habrás fumado algo no? Porque si es así, invita pues 

- No, no me he fumado nada- seguía mirándola en estado de huevona absoluta y sin más le pregunté- quieres subir a mi depa? 

- No querrás hacer cosas raras conmigo no? 

- jaaaaa

- No te rías que te lo digo en serio, a mi las cosas raras no me gustan 

- Puedo saber a qué le llamas tú, cosas raras? 

- A ver, yo a los tipos los veo y ya sé de entrada por donde van y generalmente todos quieren lo mismo, lo único que cambia es si quieren que te comportes como una perra de mierda o una chiquilla del cole, ya sabes... así que si alguien viene y me dice que no coma chicle porque le cago la alucinación "sublime", algo así era lo que me dijiste no? pues carajo como no quieres que piense que te patina el coco 

- Ya... pero ... yo no soy un tipo ... 

Me quedó mirando en silencio, como si tratara de leerme y pude notar como bajaba un poco la guardia. Se levantó y me dijo: 

- Bueno... pero a la primera que te me pongas friki me largo

El cuento de la mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora