Capitulo 11

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Tras las dos funciones de ese día, me despedí rápidamente de Pancho y salí rumbo a casa. Todos esas elucubraciones familiares habían terminado por alterarme a tal punto que lo único que quería en ese momento, era meterme a la cama y darme una tregua. Estaba cansada de no dejar de pensar, tratando de encontrar las malditas razones por las cuales, todo el mundo parecía haberse puesto de acuerdo para joderme la existencia. ¿Había habido algún eclipse raro del cual no me hubiera enterado acaso? ¿Porqué de pronto la tranquilidad que había logrado encontrar amenazaba con desaparecer? Por más que le daba vueltas y vueltas, no lograba entender un carajo de nada. 

Apenas había avanzado dos calles cuando de pronto, algo me hizo detenerme en seco y mirar con atención hacia el lado opuesto de la vereda. Un carro, aparcado con las luces encendidas, abría una de sus puertas de la cual salía, segundos después, ella... la mariposa... la mejor actriz que había conocido en mi vida. La habría reconocido a miles de metros y en la noche más nublada y oscura. 

En un claro acto reflejo, me escondí detrás de una cabina telefónica sintiendo como la sangre comenzaba a subir violentamente hacia mi cabeza. Ni me moví por un buen rato, observándola cual animal en acecho, mientras ella se acomodaba la minifalda, se pintaba los labios y se le insinuaba a cuanto huevón pasara por su lado. Fue en ese preciso momento, que como vómito voraz, las imágenes, los recuerdos de ella, como flashes intermitentes, irrumpieron en mi memoria. Por un instante, volví a sentir esa sensación de su piel rozando la mía, el agitarse de su respiración junto a mi oído, de su voz rogándome por más mientras sus dedos se clavaban en mi espalda. Recordé mis manos resbalando en su humedad, ella temblando en mis brazos y me sentí desfallecer, hasta que de la misma forma, brusca, cruda... reviví la mañana siguiente. 

De la nada, comencé a correr en esa dirección, llegando a su lado en segundos. De un solo movimiento la agarré de los cabellos y tiré de ella. Sintiendo que la cogían, comenzó a gritar mientras yo la arrastraba y la empujaba bruscamente, haciendo que su cabeza golpeara contra la pared y ella, finalmente me viera. Al reconocerme, luchó por soltarse, dándome de puntapiés de forma histérica. La aprisioné aún más con mi cuerpo, me escupió y yo, con toda esa furia contenida, la abofeteé en pleno rostro. Ella apretó los ojos ante el golpe y comenzó a luchar aún más fuerte obligándome a cogerla del cuello con ambas manos. Para ese momento, yo estaba totalmente fuera de mí 

- Maldita perra 

- Déjame ... dej ... 

- Que te hice yo? Mierda, queeeee? 

Su rostro ya se estaba tornando mucho más rojo por la evidente falta de oxigeno, cuando sentí que alguien, trataba de tirar de mi por los hombros, buscando separarme de la mujer. 

- Camila... Camila suéltala ya, la vas a matar, ¡Camila!!!!! Por favor cálmate carajo Camilaaa ...
 
Ella lentamente dejo de forcejear y vi como sus ojos se iban llenando de terror hasta el punto de llegar a mirarme suplicantes. Los mismos ojos que me habían embrujado, ahora de forma inesperada y contundente, me remitían al pasado, haciendo que viera en ella ese miedo tan familiar y reconociera en mí, aquello que tantos años había luchado por vencer. Fue como un segundo de lucidez en el cual aflojé y me detuve. Un instante en el que, los policías que ya habían llegado al lugar, alertados por los gritos, lograron separarme de la mariposa y amordazarme contra la pared.

Ella comenzó a toser mientras yo ahora, luchaba por liberarme.
 
- O te calmas o te calmas entiendes?- me dijo uno de los guardias mientras apretaba bruscamente mi rostro contra la pared. 

Me quedé quieta al sentir la presión en mi cabeza y la miré, con los ojos rojos y humedecidos por las lágrimas. Ella hizo lo mismo, con el rostro serio y desencajado, mientras se frotaba suavemente el cuello. Se quedó así, un momento para después dirigirse al guardia. 

- Déjela jefe... 

- Cómo que la deje? Acaso la conoces Farfalla? 

- Si... - me miró de nuevo- la conozco ... 

- Como quieras... Te voy a soltar mamita pero como te vuelva a dar la locura te llevo al bote. ¿Me oyes? 

Al verme libre, limpié bruscamente mi rostro, mientras que Pancho me cogía el hombro. Sin embargo me solté de él y dándome media vuelta, me alejé del lugar, lo más rápido que pude. Mientras me marchaba, pude oír a Pancho decir: 

- A ver si hacen su trabajo y le dicen a la señorita que devuelva lo que le robó a mi amiga ¿no? No les vendría mal revisar de vez en cuando las denuncias que tienen archivadas en sus escritorios, tal vez se enteren de algo interesante.

El cuento de la mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora