Capitulo 28

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Ni bien entramos al departamento, ella se quitó los zapatos y se dirigió al balcón sin decir palabra, apoyándose sobre la barandilla mientras encendía un cigarrillo. Por el movimiento torpe de sus manos, pude notar que estaba nerviosa. Terminé de dejar mis cosas y salí yo también al balcón adoptando la misma posición. Ambas mirábamos hacia la calle. 

- Te odio sabes Camila - sin dejar de mirar al frente- Te odio por querer arrastrarme a todo esto ... 

- Qué tan malo puede ser? 

- Yo no quería involucrarme a este punto contigo es que no lo ves? ... No voy a poder manejarlo - negaba con la cabeza- no lo voy a poder manejar ... y llegado el momento, tu .. 

- Te quiero ... - Le dije sin dejarla terminar la frase 

- Camila ... - dijo apretando los ojos mientras yo volvía a mirarla 

- Yo también pensé que era una atracción, que se me pasaría con el tiempo, pero no ha sido así y no puedo evitarlo, simplemente no puedo ... te quiero y necesito saber lo que tu sientes Farfalla, necesito que me hables ... por lo que más quieras 

Siguió fumando casi de una manera obsesiva aún sin mirarme, yo opté por quedarme así, a su lado y al pendiente de cualquier cosa que ella decidiera darme esa noche. A los pocos segundos, vi como iba perdiendo la paciencia, el cuerpo le temblaba de forma cada vez más evidente. 

Aventó lo que le quedaba del cigarrillo y con ambas manos se cogió las sienes cerrando los ojos mientras se balanceaba ligeramente, haciendo un esfuerzo cada vez mayor por controlarse. 

- Es irónico sabes? ... toda la vida buscando huir de todo con tal de no pensar, de no sentir esa ansia maldita ... lograr estar- sonreía- en esa nube donde por fin puedo encontrar silencio, donde nada duele y el tiempo desaparece. Todos estos años aprendiendo a vivir en la mierda, acostumbrándome a ella, para después, finalmente, recibir mi recompensa ... y de pronto, dentro de toda esa basura inmunda, sales un día.. tú - me miró con los ojos totalmente humedecidos - con esa cosa que el mundo aún no te ha robado y me miras así, como nunca en mi maldita vida me habían mirado ... - Cerró los ojos mientras volvía a respirar para calmar el temblor- y ahora, que necesito aguantar un poco más, no puedo .... iMírame!!!!! - gritaba mientras me enseñaba las manos que le temblaban- ¿Te das cuenta lo que yo soy Camila? ... una mujer de apenas tres o cuatro horas de lucidez, que en 5 largos años no ha tenido reparo alguno de ir y dejarse hacer lo que sea, me oyes? ¡Lo que sea!!!!! por un par de billetes que me permitieran perderme y olvidar ... y todo porque me faltan ovarios para desaparecer ... Esa es la mujer que quieres? ¡la que llega a su casa embarrada de semen de no sé cuantos tipos por noche porque no puede dejar de inyectarse!!!- Gritó con mayor desesperación. 

Traté de abrazarla pero ella me empujó con fuerza mientras entraba al departamento. Yo la seguí. Al llegar al medio de la sala volvió a girarse 

- Te odio Camila, porque ... - buscaba en su bolso torpemente- porque .... imierdaaaaa!!! !- lanzaba el bolso contra el piso para luego dejarse caer sobre los cojines derrotada- Te odio porque quieres traerme de vuelta a una realidad que hace mucho decidí abandonar ... - me miró entonces, con una expresión en los ojos que me dejó casi sin respiración- te odio porque desapareces y me vuelvo loca ... 

Fue entonces que me acerqué y la abracé, ella se prendió prácticamente de mí y lloró con desesperación por un largo rato. Minutos después, su llanto había cesado pero no su temblor, me miró y acarició mi mejilla suavemente, para luego quedar de espaldas a mí. Estiró la mano y cogió nuevamente el bolso mientras que yo sentada detrás de ella, la acunaba con mi cuerpo. Hizo nuevamente aquel ritual, pero esta vez conmigo presente. Antes que su mirada se perdiera en la nada, cogió mis manos y me hizo abrazarla más fuerte ... 

- Quédate conmigo, no me sueltes ... 

Y eso fue justamente lo que hice, la abracé con todas mis fuerzas mientras se me perdía en ese "no estar", ese no estar que por lo menos hacía unos minutos había querido evitar sin lograrlo. Ese fue el día en que decidí que la esperaría, pues a pesar de todo, ese día, ella me había dado por fin una certeza.

El cuento de la mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora