En los días siguientes me sorprendí a mi misma alargando mis caminatas nocturnas más de la cuenta, esperando topármela. Otros días, a pesar de no tener hambre, entraba en el restaurante de Julio, donde permanecía por unas horas hasta que el cansancio me hacía finalmente subir a casa. Mi obsesión por esa mujer, lejos de desaparecer, crecía de una forma irracional y la necesidad que tenía de verla, de estar con ella, por momentos, se volvía incontrolable, llegando a imaginarme e incluso ensayar repetidas veces, nuestros posibles encuentros. Hasta que llegó por fin la noche en que volvió a hacer otra de sus apariciones magistrales, pero esta vez muy diferente a la anterior y por supuesto, muy diferente a todas las que mi prolífica imaginación había creado.
Esa noche, andaba bastante desganada por otro famoso sobre amarillo que había recibido con la misma carta de siempre, que traduciendo sus palabras elegantes quería decir: su historia apesta dedíquese a otra cosa.
Así que para no deprimirme y distraerme un poco, me animé a quedarme con el viejo Julio tomándome unas cervecitas en la barra. Estábamos en medio de una conversación bastante entretenida cuando un grupo de 3 mujeres y dos hombres entraron en el café y se sentaron bulliciosamente en una de las mesas junto a la ventana. Al girarme pude verla entre ellos, llevaba un sombrero negro y un vestido suelto color amarillo, muy distinto a lo que solía vestir.
Y ahí estaba otra vez yo, mirándola con una cara de huevona como para foto de portada de revista barata. Ella en cambio, me miró apenas un segundo y como si yo fuera parte de la puta decoración, me ignoró. Algo que, teniendo en cuenta nuestro encuentro anterior, me desconcertó completamente.
Casi una hora después de luchar entre mirar y no mirar, entre fingir indiferencia o dejar que mi creciente mal humor comenzara a hacerse evidente, finalmente decidí marcharme, tragándome mis deseos alimentados por semanas y por supuesto, todos y cada uno de mis libretos ensayados.
Deambulando sin rumbo, terminé en una de esas cantinas antiguas, tomando unos piscos con una sarta de desconocidos que como yo, buscaban olvidar las miserias, los amores desdichados y por sobretodo el hecho de no tener ni perro que les ladre. Cuando decidí marcharme, ya casi había amanecido pero aún así me costó ubicar algún punto de referencia que me indicara el camino a casa. Habría avanzado apenas unos metros cuando la divisé, a ella y a sus amigos caminando en sentido contrario. Me detuve y me limité a seguirla con la mirada, pero ella, siguió su camino sin siquiera inmutarse.
Acababa de pasar por mi costado, cuando alcancé a decirle:
- ¿Cuanto quieres por pasar la noche conmigo?
Sentí sus tacones detenerse...
- No estoy de servicio hoy cariño, pero si caminas un par de calles más abajo, encontrarás de hecho a alguien que calme tus necesidades
- Te quiero a ti. .. - me giré y la quedé mirando- Cuanto?
- Oye Farfalla, creo que tienes una admiradora - dijo una de las mujeres que la acompañaba
- Si. .. Parece que si -contestó a su amiga con una sonrisa antes de dirigirse a mí nuevamente- Anda Camila vete a dormir, es tarde...
Dicho esto y con toda la altanería del mundo comenzó a alejarse mientras yo enfurecía sin remedio
- Maldita ramera de quinta!!! Quien te has creído que eres? Eh? Anda dime quien? mierdaaaaa
Seguí gritándole, totalmente fuera de mí, dando clara muestra de mi florido repertorio, tanto que finalmente ella se separó de sus amigos y regresó donde yo estaba.
- Camila... ya no? Porque no hacemos las paces? Y te vas a dormir Si?
- Las paces? Las paces dices... - la volví a mirar con el rostro muy serio - Por qué me trataste así? - Me trató de evadir y yo cogiéndole el mentón la obligué a que me volviera a mirar -Me lo merecía?
- Camila yo ...
- Tú qué? Habla de una vez. Que?
- Me estás lastimando de nuevoLa solté bruscamente mientras trataba de controlar la rabia, frustración e impotencia que sentía ante toda esa situación que me sobrepasaba sin remedio. Y entonces ella, la grandiosa y única "mariposa", en vez de largarse, de salir corriendo, de desaparecer, regalándome otra de sus miradas especiales, levantó una de sus manos y me rozó suavemente la mejilla. Que podía hacer yo ante eso? Qué carajo podía hacer? Solo limitarme a cerrar los ojos y negar con la cabeza mientras que ella seguía con esa caricia hasta alcanzar mis labios y rozarlos en toda sus extensión.
Y ahí, mientras era completamente avasallada por otra emoción, contraria a la furia contenida, volvió a rozar mis labios con los suyos y yo sin poder contenerme más, la empujé contra la pared y la besé con real desesperación. Ella se enroscó en mi cuello y profundizó más el beso mientras que yo, golpeaba con ambos puños la rugosa superficie de esa pared que nos sostenía.
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El cuento de la mariposa
أدب الهواةSolamente les voy a pedir que disfruten de mi historia, que abran su corazon y se permitan reir, llorar, sufrir, emocionarse a la vez. Este es un cuento diferente, un cuento distinto a los demas.. Este mi cuento de la mariposa, de Mi Mariposa..