Capitulo 9

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Se suele decir que los mayores, poseen la sabiduría que les da los años. Pues yo siempre pensé que depende, como todo en la vida... pues un imbécil que vive un culo de huevadas así pasen 100 años, no deja de ser imbécil y debo decir que he conocido a muchos. Sin embargo existe el viejo Pancho, alto, moreno y delgado, con ese cabello blanco y joroba incipiente que denotan sus años, los pliegues de su rostro hablan de esa sabiduría ganada en la vida misma y es que a pesar de que solo llegó hasta el 5 de primaria, en el tiempo que lo conozco, he aprendido de él más que de cualquier otra persona con la que me haya cruzado alguna vez. 

Al notarme distante y de un humor de perros por más de 3 semanas, Pancho finalmente logró que me sincerara con él y para cuando terminé de contarle todo, me miró y me dijo, muy a su manera: 

- Yo creo que deberías buscarte una mujer Camila, el estar sola tanto tiempo, te está atrofiando el cerebro muchacha, hazme caso antes que te dé por hablar con las paredes... 

Después de escuchar el consejo del viejo, comencé a pensar que en verdad, si no hacía algo pronto, iba a volverme loca, dejando que mis fantasmas terminaran por apoderarse de mi; cada vez más reducida; cordura. Fue entonces, que empecé a frecuentar nuevamente, diversos escondrijos, bares y discos por más de dos meses tratando de encontrar mi normalidad perdida, hasta que apareció Veronica. Una chica sencilla e inteligente, que cursaba el 2do año de literatura en la universidad. 

No creo que deba explicar cómo fue que enganchamos no? 

Después de varias semanas de insistencia de su parte, terminé por mostrarle una de mis historias, con la cual nos enfrascamos en largas charlas de personajes y tramas. No demoré nada en terminar debatiendo con esta chiquilla todo el resto y a pesar de mi pésimo carácter, logró que me mostrara bastante receptiva a sus críticas. 

En poco tiempo y gracias a ella volví a retomar mi escritura, un poco porque me nacía y otro poco porque quería en el fondo demostrarle que servía para ello a pesar de no tener escuela. Por mis raros horarios (nunca le dije que trabajaba en un cine porno sino en uno comercial) nuestras citas eran un poco intermitentes y a veces muy difícil de coincidir pero a pesar de ello, logramos establecer una relación. Yo disfrutaba mucho de su compañía y me dejaba seducir por su ternura a tal punto que llegué a pensar que por fin había logrado "la famosa salvación". 

Era lunes y después de acompañar a mi chica a su paradero, me dirigí a la casa de mi hermana, quien me había llamado insistentemente hacía dos días, para decirme que tenía que hablar urgentemente conmigo. Ciertamente el tener que soportarla no era algo que se me antojara mucho en mi día libre pero sabía que si no iba, la tendría cual lapa encima de mí hasta que no fuera a verla. 

- ¡Hola! - la salude

- Llegas una hora y media tarde Camila

- Había mucho tráfico y el carro se me malogró 

Obvio era mentira ya que ni carro tengo, pense que mi hermana me iba a dar un sermón como siempre pero solamente me miro seria y finalmente me explicó el porque de su insistencia para que fuera a verla. 

Se trataba de la famosa herencia que había dejado mi padre: el departamento en el vivimos tantos años y que fue lo único que compró alguna vez. Un día, al viejo le apareció una hija fantasma que reclamaba su tajada y mi hermana, como consecuencia de la noticia, sufrió un ataque de histeria descomunal. Desde ese día prometió dedicarse a hacer un juicio para que esa "trepadora", como la llamaba despectivamente, no viera ni un centavo de la venta y solo figurásemos las dos como herederas. Claro está que lo logró y ahora me llamaba para avisarme que ya había vendido el departamento y que tenía que discutir conmigo el porcentaje de la repartición. Yo algo sorprendida pensé: un momentito

- No se supone que es 50% 50%, ¿Mitad y mitad?.

Sin embargo no hubo necesidad de pedirle una aclaración, porque de inmediato sacó un cuaderno con todas las cuentas ya hechas. 

En resumen, me explicó que descontando los gastos legales, la puesta a la venta, la comisión que tenía que pagar a la inmobiliaria, los pagos de los servicios atrasados y claro, todos sus esfuerzos y dolores de cabeza, ella pensaba que lo justo era un 65, 35. Pensé bueno, para lo que me importa... Así que como no quería discutir, acepté el acuerdo, mientras pensaba ilusionada, que nuevo DVD me iba a comprar cuando recibiera el dinero. Sin embargo, mis sueños se fueron a la mierda cuando mi adorada hermanita agregó a continuación: 

- Queria pedirte un favor Camila, que creo que te va convenir mucho a la larga. Tengo la oportunidad de invertir en unas acciones y había pensado en que me prestaras tu parte por un tiempo, así puedo invertir un mayor monto y sacar más utilidades y bueno al final  podría pagarte los intereses que te daría un banco si decidieses meter ese dinero en una cuenta de ahorros. 

Me limité a guardar silencio, mientras ella seguía con el discurso, que parecía no iba a acabar nunca, y con el cual, me quedó clarísimo que pasarían años antes que yo viera la parte que me correspondía de esa herencia. Así que tan solo le pedí que me diera algo para comprarme una tele nueva, el DVD y la máquina de escribir. La respuesta que recibí, me dejó más alucinada aún: 

Camila, bueno... como supe que no ibas a oponerte, decidi invertir el dinero hace unos días y por lo menos en 3 meses no lo podemos tocar.

Solo la mire. La mire seria y sin decir nada me fui, azotando la puerta lo mas que podia.

El cuento de la mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora