Capitulo 3

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Hace dos horas casi que llegué a casa y por más que lo intento, no puedo dormir. Ciertamente considero que me han pasado cosas raras en la vida pero esto me ha dejado una sensación de... ni siquiera sé cómo explicarlo. 

Estaba en el baño del cine, uno pequeño, de dos cubículos que es para mujeres y que en realidad viene a ser prácticamente para mi uso exclusivo, ya que mujeres, como es de esperar, van muy pocas por no decir ninguna, lo cual no llego a entender, porque a todos, sin excepción, nos suda... pero en fin, esto no viene al caso ahora. 

Acababa de salir del inodoro y estaba lavándome las manos, cuando la vi entrar. Era ella, la misma mujer de la lavandería. Me quedó mirando un rato con esos ojos... esos malditos ojos que volvían a envolverme irremediablemente. De pronto, se metió en el cubículo y sin cerrar ni dejar de mirarme se bajó el calzón y se sentó en la taza. Yo debo haber tenido una cara de babosa espectacular, con la boca abierta y todo. Seguía mirándome y yo, tenía el estómago en la garganta, totalmente incapaz de girarme y darle la espalda por pudor, pero es que no sentía pudor alguno, por el contrario, me causaba placer el mirarla. Sin embargo eso no fue nada comparado con lo que estaba por ocurrir después. 

Salió al terminar y mientras se acomodaba la ropa interior, fue acercándose al lavabo contra el que yo estaba recostada. Se lavó las manos, se giró hacia mí y dijo muy seria 

- ¿Tienes 10 dolares? 

- Eeeeeh... si. .. Supongo que si... un segundo 

Busqué en mi billetera y le extendí el billete, sin siquiera ponerme a pensar para que los quería. Estaba como embrujada por esa presencia. Los cogió, los guardó en su sostén y acto seguido me abrió el pantalón. Tras acariciarme un rato con sus dedos, se arrodilló y me hizo el sexo oral hasta que minutos después, yo aferrada con ambas manos al lavabo, culminaba en un orgasmo de campeonato. 

No había terminado de recuperarme cuando ella, se levantó, volvió a lavarse, cogió el colorete y se pintó los labios. Yo solo atinaba a contemplarla sin decir palabra. De pronto se giró hacia mí y me dijo: 

- Generalmente lo hago por 20 pero tú me gustas 

Guardó todo en su bolso y se dirigió en silencio hacia la puerta. Fue en ese momento que reaccioné preguntándole

-¿Me dirías cómo te llamas? 

Volteó algo sorprendida, otra vez con esos ojos que contradecían todo lo demás 

- Me dicen "La Farfalla" 

- ¿Y eso que significa? 

- Averígualo- Terminó de decirme antes de marcharse 

Si, esa mujer y la "polilla" que había ido a echar Pancho del cine minutos antes, eran justamente la misma persona...

El cuento de la mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora