Capitulo 12

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Supe después por el mismo Pancho, quien había hablado con un primo suyo que era policía, que a ella la habían dejado unos días en la carceleta de la misma comisaría, le habían confiscado algunas cosas de valor, logrando venderlas y juntar algo de dinero para comprarme un nuevo DVD.
 
A decir verdad a esas alturas, el aparato me interesaba una puta mierda por lo que no dije ni una palabra cuando fueron a dejarlo a mi casa. Realmente tenía los ánimos por los suelos, sin ganas de ver ni hablar con nadie. Era como si de pronto no supiera más quien carajo era yo, ni porque había reaccionado de esa forma aquella noche. 

Después de dos semanas evitándola, Vero finalmente me convenció para vernos. Pude ver su cara de frustración al no lograr sacarme la verdad de lo que me pasaba pero en vez de dejarme y romper conmigo; cosa que debo confesar, pensé que haría; se quedó y yo simplemente me dejé querer, pues sentía que en ese momento, era lo que necesitaba. Fue ella quien con su ternura y paciencia, logró tranquilizar mis demonios nuevamente y devolverme cierta tranquilidad a la cual me fue muy fácil aferrarme. 

Acabábamos de salir del cine y nos detuvimos en el restaurante de Julio a comer y comentar la película, algo que ya se había convertido en casi un ritual para nosotras. Yo estaba concentrada en ponerle unas cuantas salsas a mi hamburguesa mientras que Vero no dejaba de hablar sobre la trama, desmenuzándola al detalle. Yo la escuchaba sonriente, sobre todo por la pasión y vehemencia que solía ponerle a las cosas. Ella al verme también sonrió y tras mirar ligeramente para todos lados, se acercó a mí, dejándome un beso rápido en los labios. 

- Ya... ya lo sé... - me dijo colorada- estoy otra vez con mi cháchara de sabelotodo 

- Yo no he dicho nada 

- Si pero he visto la cara que has puesto... Camila que más le vas a agregar a la hamburguesa? 

- De todo... me gusta llena de porquerías 

- Me doy perfectamente cuenta... Oye 

- Uhm? 

- Después subimos si? No quiero irme todavía 

Sonreí ante el tono que había usado y dejando un rato de concentrarme en mi plato, la miré y le acaricié suavemente la mejilla para asentir ligeramente. Vero me guiñó un ojo y se levantó hacia la barra en busca de algo dulce que comer. Iba a volver a mi hamburguesa cuando de pronto la sonrisa se me congeló al ver que detrás de la ventana del restaurante, la mariposa me miraba con atención. 

Tenía un semblante bastante demacrado y hasta diría que había perdido algo de peso. Traté de no mirarla pero me fue imposible, sus ojos clavados en mí, impregnados de esa extraña mezcla de tristeza y rabia a la vez, me impidieron esquivarla. Tras varios segundos que se me hicieron eternos, evadí finalmente su mirada al ver que Vero volvía a sentarse a la mesa. Pude notar en ese momento que se me había quitado por completo el apetito y el espacio comenzaba a ahogarme, por lo que le propuse a mi chica subir y terminar de comer en el departamento. Ni bien terminamos, Vero se acopló a mí y empezó a llenarme de besos. Yo por más que intentaba concentrarme en la chica, no podía dejar de pensar en esa mujer mirándome desde la ventana y comencé a enfadarme.

Por todos los medios, busqué sacudirme esa imagen de la cabeza y me acosté con Vero, tratando de perderme en sus brazos, sus caricias, su piel. Al final, lo único que conseguí fue tener que fingir un orgasmo por primera vez y sentirme una gran hija de puta. 

Me sentí aliviada cuando cerca de la una de la mañana, al salir para acompañar a Vero a su casa, la calle estaba totalmente desierta. De regreso, no dejaba de preguntarme una y otra vez que carajo había estado haciendo ella ahí, mirándome de esa forma tan extraña. Resoplé mientras me detenía y cerraba los ojos un momento... Como era posible que con su sola presencia, lograra alterarme de esa manera y que yo no consiguiera borrarla de mi cabeza? Por más vueltas que le daba, no lograba responderme, ni encontrarle la lógica a toda esta situación. 

Me había ya acercado al portón y buscaba mis llaves por todos los bolsillos, cuando de pronto, su voz me sorprendió. 

-¿Ya dejaste a tu noviecita en su casa antes que se convierta en calabaza? Mira me salió en verso sin hacer mucho esfuerzo 

- Vete a la mierda 

- Uy ... Esas son formas de tratar a una vieja amiga? 

- Lárgate 

- Y... Que haces con ella eh? Juegan a meterse el dedito de vez en cuando? 

- Te lo advierto, déjame en paz, no me provoques 

- Ohh sí. .. Ya me quedó perfectamente claro lo que eres capaz de hacer, fíjate 

Se quitó el pañuelo del cuello, el cual lucía un gran morado a manera de collar. No fui capaz de sostener su mirada y volví a darle la espalda, buscando ahora con desesperación mis malditas llaves. Sin embargo ella, tenía otra idea totalmente distinta en la cabeza y sin reparo alguno, se acercó a mí para seguir con su particular tortura. 

- Pero por otro lado, debo reconocer que me encanta tener una marca tuya en el cuerpo ... aunque no precisamente ésta es la que más me gusta.- Yo cerré los ojos y apreté la mandíbula – anda bichito raro, mírame ... solo un ratito ... - me terminó de susurrar en el oído cambiando en apenas un segundo, de altiva y desfachatada a dulce e insinuante. 

- Que carajo quieres de mí?- le pregunté enfadada- Quieres que te de el DVD que compraron con tus cosas? Eso quieres? Mira te lo doy si me dejas en paz 

- Me importa un carajo el Dvd- dijo colando una de sus manos por debajo de mi camisa y logrando que se me erizara la piel en el acto- Yo quiero otra cosa... 

- Estás loca 

Al encontrar mis llaves, giré rápidamente la cerradura, ella trató de impedírmelo buscando mi boca, yo la esquivé como pude cogiéndola para que se detuviera. Fue en ese momento que noté diminutas marcas en uno de sus brazos, la volví a mirar y pude darme cuenta por esos ojos ligeramente desorbitados, que estaba bajo el efecto de quien sabe que. Ahora todo tenía sentido, esa mirada extraña, ese cambio súbito de personaje, ciertamente no era yo lo que lo provocaba. La solté y finalmente entré para subir corriendo las escaleras. 

Afuera ella comenzaba a gritar como loca mi nombre...

El cuento de la mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora