Capitulo 38

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" ... Hoy, estuve con Mauro, por fin tras un huevo de trámites, me dejaron sacarlo del orfanato y nos fuimos al zoológico, fue divertido y él estuvo muy contento ... yo también por él... ¿Sabes? ... me preguntó por ti, me dijo que cuando venías conmigo a visitarlo, yo le dije que tal vez un día te animabas y nos acompañabas en alguno de nuestros paseos ... te echo mucho de menos mi mariposa ... "

La llegué a ver varias veces por la calle, subiendo y bajando de los carros de sus clientes, la vi llegar tras semanas de perderle el rastro, ella me vió un par de veces, pero hizo como si yo no existiera. A pesar de todo, yo seguí escribiéndole, religiosamente todos los días durante tres meses, contándole todo lo que hacía y lo mucho que la echaba en falta. Esperando, día tras día, desde la distancia, alguna señal, por más mínima que fuera que me diera cierta esperanza. Hasta que un día, mientras salía del cine mis esperanzas se fueron al traste cuando apareció en frente mío y me tiró por la cara todas y cada una de mis cartas. 

- iTe lo voy a decir una vez más, déjame en paz!!! iMierda!!!! 

Con las mismas se marchó y yo me quedé ahí con todas mis notas, la mitad de ellas sin abrir siquiera. Me agaché y las recogí una por una y mientras lo hacía, el terror al pensar que mi tiempo se había acabado y ella no volvería jamás, se instaló en mí sin remedio. 

Había esperado por ella, cada día, la había visto entrar y salir, desaparecer y aparecer otra vez, y en cada una de esas veces, alimentaba la esperanza de que un día se volviera y me mirara ... ese anhelo, era el que me hacía regresar. En cambio ahora, que mi esperanza se rompía, que me quedaba? ... Visualicé en una fracción de segundo mi vida, una vida donde ella no formara más parte ... y no pude ... Ya en casa, fui abriendo lentamente todas las cartas que nunca leería y mis ojos se perdieron entre los recuerdos de esas frases no dichas y su imagen en mi memoria. 

" ... Hoy me levanté de madrugada tras soñar contigo ... con tus ojos... tu cuello maravilloso, que dibuja mi mente cada noche... el calor de tus labios ... y no dejo de preguntarme ¿Dónde estás?... dime mi mariposa que hago con esto que me quema por dentro.. " 

De forma casi mecánica, me levanté y comencé a pegar sobre la pared, con paciencia y minuciosidad, cada una de esas cartas, logrando así llenar, una de las paredes de la sala. Me quedé ahí parada mirando, releyendo, reviviendo, dolores, culpas, imágenes. Miré a continuación el resto de los muros en blanco y el pánico me envolvió... Regresé a mi maquina de escribir y mis dedos no tardaron en adquirir vida propia. 

Al cabo de 4 semanas, ya tenía el departamento empapelado de notas y cartas que no le había enviado, donde le hablaba de mi culpa, de mi amor desesperado, de mis días sin ella y de todas esas noches que la esperaba en la esquina de su edificio, cerciorándome desde lejos que llegase bien o siguiéndola de cerca cuando su paso era tambaleante e inseguro. Aprendí cada cuanto tiempo solía desaparecer y cada cuanto tiempo volvía de nuevo. Me había convertido de pronto en una especie de guardián en la oscuridad que solo dormía, cuando sabía que ella lo hacía ... 

-Camila, Camila!!! 

- Eh, que ... ¿Que pasa? 

- Te quedaste dormida y ya acabó la peli 

- ¿ya?- dije mientras me frotaba los ojos- Me la perdí 

- ¿porque tienes tanto sueño?, todas las veces que vas a visitarme estás abriendo la bocaza 

- Es que ... tengo mucho trabajo enano, por eso ... bueno - miré mi reloj- tenemos dos horas todavía, ¿vamos a comer algo? 

- Siii ... ¿burger? me cago de hambre 

- Oye tú, deja de hablar vulgaridades 

- ¿por qué? Si tú las dices a cada rato 

- Ya pero tu eres un enano todavía- Le dije haciéndole cosquillas 

- Ya para Camila - Me dijo matándose de la risa 

- Bueno burger entonces, ¿donde Julio? 

- iSi!!! ... y luego podemos subir a mi casa un ratito?- Preguntó emocionado 

- Ehhhh ... a ver ... mira Mauro, tu casa estaba alquilada por tu abuelita y ya el dueño regresó y la pidió de regreso- Su rostro fue tornándose preocupado y triste

-¿y mis cosas Camila? 

- No te preocupes que todo lo guardé en mi casa, hay tres cajas que dicen Mauro, ahora subimos para que las veas si? 

- ¿y cuando salga del colegio ese, donde me voy a ir Camila si ya no tengo casa? 

- Pues te vienes a mi casa y ya está ok? ... no quiero que te preocupes, tus cosas están a salvo esperándote- asintió en silencio y ahora vámonos a comer una súper cheese burger con muchas papas fritas y de paso saludas al gordo que se va alegrar de verte. 

Tras conversar unos minutos con julio, Mauro y yo subimos a mi departamento. Ni bien entró se percató del desorden y de la cantidad de papeles pegados en la pared. 

- Que son todos esos papelitos? 

- Una historia que estoy escribiendo ... ehh .... ven, vamos a ver tus cajas 

Estuvo sentado en el piso por media hora limpiando sus libros, mirando sus fotos, y aceptando como podía, que su espacio había desaparecido de un plumazo y ahora su pasado se reducía a 3 cajas de cartón arrimadas en una esquina. De pronto, a mi cerebro idiota le dio la gana de ponerse a funcionar y se me ocurrió una idea. 

- Oye enano- me senté a su lado- Sabes que vamos a hacer? 

- Que? 

- Vamos a destinar un sitio para ti en esta guarida, a ver ... –Comencé a mirar por todos lados y caminé hacia las repisas que tenía cerca de la ventana- Que te parece este?, sacamos todo de aquí -comencé a quitar todos mis libros- Tu pones tus cosas y tus fotos también ... y mira tu avión ese armable lo podemos colgar del techo, que te parece? 

- ¿y este sitio será para mi solito? 

- Si para ti solito, quieres? 

- Si - exclamó con una enorme sonrisa mientras daba saltitos- iY podemos poner aquí el dinosaurio! 

- Claro- le revolví el cabello- vamos a ir acomodándolo todo poco a poco quieres? 

-Si ... si quiero Camila 

Dos semanas después, esa esquina de mi departamento lucía carteles del Hombre Araña, aviones colgados con hilo de nylon, una estantería nueva, que Pancho me había regalado, llena de libros, dinosaurios en miniatura y algunas fotos. Compré una pequeña alfombra, una mesita y una silla, que el niño no tardó en llenarla de cosas. Nuestras salidas se redujeron entonces a visitas a mi departamento donde, Mauro se la pasaba la mayor parte del tiempo armando puzzles, leyendo, viendo videos, o contándome algún nuevo descubrimiento.

El cuento de la mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora