Camila
Estoy de pie fuera del cine en la avenida Van Ness con Lauren y Saffron. Vinimos a ver Estrella del Rock con María, a quién conozco desde la escuela secundaria, y una amiga de Saffron, Tracy. Ahora sólo somos Saffron, Lau y yo, y son sólo las diez. No queremos ir a casa todavía y tenemos hambre.
—Podríamos ir al delicatesen de mi mamá, en Geary Boulevard —sugiero—. Está cerrado, pero habrá cosas en la nevera que podremos comer.
—¿A tu mamá no le importará? —pregunta Saffron.
—No, ella va a estar bien, no hago un hábito de ello. La voy a llamar en el camino y le digo.
—Genial, vamos allí entonces. —Desliza sus manos en los bolsillos de su chaqueta de cuero, todas empezamos a caminar.
—Dios, espero que todavía haya un poco de tarta de manzana sobrante —dice Lau. Saffron, tienes que probar la tarta de la mamá de Camila. Es para morirse. —Y se ve como si va a desmayarse en este momento si no hay ninguna. Es lo mejor que hay en San Francisco, en lo que a nosotras respecta.
Saffron se ríe.
—Me parece bien.
Llegamos a Sinu‘s —el nombre de mamá—, enciendo todas las luces, pero dejo las persianas abajo, para que la gente no vaya a pensar que estamos abiertos. Tengo que deshacerme de ese silencio, o mejor aún del zumbido de la nevera. Enciendo la radio, manteniendo el volumen en el nivel de fondo. Kryptonite de 3 Doors Down comienza a sonar y todas comenzamos a cantar. Me encanta esta canción.
Sinu‘s es acogedor, con seis mesas redondas a lo largo de la pared que corre paralelo a la barra, las cuales durante las horas de apertura muestran los alimentos frescos. El azul y blanco forman la combinación de colores, con manteles con diseños cuadriculados y tenemos fotografías en las paredes que he tomado de los platillos de nuestro menú. Estanterías de madera oscura muestran aceites para ensaladas y para cocinar, así como latas y tarros de alimentos. Hay un ambiente tradicional y acogedor en el lugar.
—Siéntense donde quieran y sírvanse las bebidas. Mamá dijo que hay un poco de lasaña vegetariana de hoy que olvidó llevar a casa, así que comeremos eso y voy a ver qué más hay. —Es mi platillo favorito en el mundo entero, pero sólo en la versión de mi madre.
Saco ensalada de patata para todas, algunos fiambres para Saffron y los pongo sobre la mesa que han elegido en la parte trasera de la tienda.
—¿Adivina que más tenemos? —le canto a Lauren, mientras camino hacia el mostrador.
—Tarta de manzana —grita como si la acabara de honrar con el mejor regalo que jamás haya recibido. Saffron y yo nos reímos de ella—. Dime que hay helado de vainilla para acompañarlo —declara como si de repente temiera que voy a destrozar su alegría.
—Hay helado de vainilla para acompañarlo, pero sólo obtendrás postre si comes toda tu cena —digo con tono burlón.
Aso a la parrilla un poco de pan de ajo y luego pongo la lasaña en el horno de microondas.
—Dios, eso huele muy bien, tan condimentado con tomates y hierbas aromáticas —dice Saffron—. ¿Cuánto tiempo tu madre ha tenido este lugar?
Me apoyo sobre el mostrador, antebrazos apoyados en la superficie.
—Diez años.
—Guau, el negocio es bueno, ¿eh?
—Sí, vienen un montón de clientes habituales y es útil para los turistas. Es perfecto, la verdad. Papá incluso a veces viene en sus horas de almuerzo.
