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Maldita sea, ¿qué quiso decir? No puedo creer que lo estropease así. ¿Qué todopoderosa cagada?
Me acuesto en mi saco de dormir, brazos cruzados detrás de mi cabeza. Si ella me hubiera rechazado y hubiera dicho que no sintió lo mismo, podría encontrar una manera de hacer frente y seguir adelante. No tendría opción. Pero parece que el problema es que duda de mí, no me cree. Incluso me devolvió el beso.
Ella me devolvió el beso.
No sólo eso, su pasión correspondió a la mía, lo quería tanto como yo.
La revisión de ella, mordiendo su labio inferior me viene a la memoria. Todavía la puedo probar. Esto fue mucho más de lo que alguna vez imaginé. Nunca tuve la intención de besarla tan duro como lo hice, no por primera vez, pero la sensación y el sabor de ella tomaron el control. Esa boca estaba más allá de cualquiera que haya experimentado antes. Tal vez fue demasiado. Tal vez debería haber hablado con ella primero.
Permitiendo que mi mirada se quede, puedo ver sus hermosos ojos, ahora abiertos, brillando en la poca luz de la linterna. Estoy de regreso a su boca. Sé con seguridad que no será posible para nosotras seguir avanzando en lo que ha pasado esta noche, no sin hablar de ello. Pase lo que pase, tenemos que resolver las cosas.
—¿Camila?
Ella cubre su rostro con ambas manos.
—Por favor, no ahora, _____.
Mierda ella suena tan confundida.
Conseguiré que ella se dirija a mí, todavía tengo toda la noche. De alguna manera, la tengo que hacer comprender de que no sólo crea en lo que digo, sino que puede confiar en mí. Me siento decepcionada de que ella crea que jugaría con ella así, creía que me conocía mejor.
Permanecemos en el silencio durante algún tiempo, cada una con nuestros propios pensamientos. Nunca he querido saber lo que piensa tanto como lo hago ahora mismo.
—¿_____? —ella llama, únicamente más fuerte que un susurro.
—¿Sí? Mantengo mi mirada enfocada hacia arriba, y puedo ver que ella también lo está.
—¿Tú... tú recuerdas la noche que tome aquellas fotos en Jiujitsu de ti? Después de que hablásemos en el aparcamiento... ¿luego me escoltaste hasta casa?
—Por supuesto que lo recuerdo. —La oigo respirar profundamente.
—Ahí fue cuando supe con certeza que te amaba.
Dejo de respirar. Ahora, mi corazón comienza a retumbar. ¿Qué... ella realmente dijo eso? Me apoyo en mis codos y miro por encima de ella.
—¿Qué dijiste?
—Nada, olvídalo. —Ella cierra sus ojos y gira su cabeza lejos de mí.
—No es posible. Camila, mírame.
Después de una significativa pausa ella lo hace.
No me puedo creer lo que dijo, que va mucho más allá de lo que había esperado en esta etapa. ¿Ella me ama?
Me corro para estar al lado de ella.
Apoyándome en mi antebrazo, miro hacia abajo a sus ojos, que esquivan los míos y se contraen. Sé lo que quiere decir. No lo tengo que oír otra vez, estaba ahí mismo. Estaba ahí mismo junto con sus miedos y sus dudas.
De alguna manera, tengo que encontrar las palabras. Ella necesita eso.
