Camila
Los ojos de _____ se amplían y sus labios se curvan en una gran sonrisa, mientras se da cuenta de que no tengo bragas puestas. El control sobre mi trasero se pone más fuerte, tan fuerte que casi duele, pero me gusta. Ya estoy mojada y luego desliza un dedo en mi interior, tentándome más. Pongo mi boca sobre su pecho y agarro un trozo de carne entre los dientes, desde el exterior de su camisa.
Ella habla en mi oído.
—Quiero estar desnuda contigo.
—Vamos a salir de aquí entonces, chica del cumpleaños.
Saltamos en un taxi, el grado de nuestra excitación es absurdo. Somos tan discretas cómo es posible en el camino de vuelta a la casa, pero aún estamos una sobre la otra, besándonos y tocándonos. Puedo oler nuestros perfumes, mi manzana, la dulce especia de _____, y nuestro sudor desesperado todo combinado, creando un aroma embriagador. Había imaginado el sexo entre nosotras innumerables veces, como sería, las diferentes manera que podríamos hacerlo. La forma que estamos ahora mismo, puedo decir que va a ser jodidamente duro. Estamos calientes como el infierno y frustradas. Tal vez es el resultado de una espera de siete años, más un adicional de veinticuatro horas de conocer lo inevitable. Las cosas lentas pueden esperar.
En el momento que atravesamos la puerta principal, _____ me coge por la espalda y me lleva a la resistente mesa grande del comedor. Juro que ella lee mi mente. Doblándome sobre ella, presiona mi pecho y mi mejilla contra la superficie lisa y fría, mis brazos extendidos a lo ancho de la misma y el culo en el aire. Besos y dientes trazan su camino en mi columna vertebral, las sensaciones y la anticipación me tienen sin aliento. Ella tira mi pelo, levantando mi cabeza lo suficiente para darse un festín con su lengua. Nuestros gemidos llenan la grande y vacía casa, haciendo eco en las paredes.
Tirando de mí, _____ me dice—: Espera aquí. —Me gusta la demanda en el tono su voz y sólo puedo obedecer.
Regresa en tiempo rápido, con condones, y eleva mi vestido por encima de mis caderas, el frío del aire acaricia suavemente mi trasero. Espero con impaciencia su próximo movimiento y jadeo contra la mesa cuando siento su lengua inmersa en mí desde atrás. Me agarro fuerte a los bordes de la mesa con mis manos, tomando cada pedacito de placer perverso que desata su boca, lamiendo, chupando y pinchando en mí. Gimo más fuerte, inhaladas tomando el olor a madera pulida debajo de mí. Ella sigue adelante, llevándome casi al punto de la culminación.
Entonces, ella se aleja.
Estoy más que lista y apenas siento su entrada antes de que se conduzca a mi interior. Ella maldice entre dientes y dice algo que no puedo oír a través de mis gritos. Sus dedos se enlazan con los míos mientras con sus dedos me toma profundo, duro y rápido. Cada empuje lo impulsa a través de mi cuerpo, adueñándose de mí.
—Te sientes increíble —casi gruñe en mi oído.
La fuerte presión de sus dientes en mi hombro momentáneamente me aturde.
—Ah, mierda —Inhaló, mientras la mordedura pasa a través de mi vestido apenas roza el límite del dolor, de una manera rápida y excitante. Grito y agarro sus dedos más fuerte—. Maldita seas, _____.
—Quiero ver tu rostro —demanda. Se retira de mí.
Estoy de pie en mis temblorosas piernas, volviéndome hacia ella. Sigue con la ropa puesta, sólo con la camisa desabrochada hasta el fondo y el pantalón abierto. Ante mí es una diosa del sexo y su hermosa feminidad, una visión superior a cualquiera que haya visto antes, y estando vestida toda de negro aumenta el efecto. El misterio que mantiene con límite de exposición es increíblemente caliente. ¿Debería saltar sobre ella, como una loca ninfómana, o sólo quedarme aquí mirándola?
