Camila
Despegué mis zapatillas hacia la puerta delantera, mientras camino al primer piso del apartamento de Roman, en el centro de Scottsdale. No lo veía como una persona hogareña, pero lo es, no hay una sola cosa fuera de lugar y es uno de los hogares más limpios que he visto. Como era de esperar, hay muchas influencias culturales, alfombras indias en el suelo, estatuas africanas, pinturas asiáticas y egipcias. El mobiliario se compone de sofás holgados y lámparas, todo en color burdeos y azul marino. Incluso hay una foto de Clint Eastwood en Harry El Sucio, que me hace pensar en casa.
Disfrutamos de unas bebidas frías en la cocina, y me tomo tiempo para admirar las vistas de las montañas desde la ventana. Incluso después de más de un año estando aquí, todavía aprecio la belleza de Arizona. Intercambiamos palabras y besos; me estoy acostumbrando a los labios dulces de Roman.
Después de nuestras bebidas, consigo un completo recorrido por la casa, la última parada es la habitación de Roman. Su cama es baja como un futón con mantas de diferentes colores, que combinan bien juntas. La decoración va con el resto del lugar.
Cuando él me toma de la mano, no puedo decidir si estoy nerviosa. Mi corazón se ha acelerado un poco, así que, sí, tal vez lo estoy. Una vez vamos a donde nos dirigimos no hay vuelta atrás. Nunca he tenido relaciones sexuales con un hombre a la ligera, y esta vez no es diferente.
Roman se encuentra al pie de la cama conmigo de pie delante de él, entre sus piernas.
—Noté tu bonito tatuaje en el parque. ¿Cuándo te lo has hecho?— Empuja mi camisa hasta justo debajo de mis pechos y la sostiene con una mano, mientras que las puntas de los dedos de la otra trazan mi rosa y roja rosa.
Veo mi arte en el cuerpo todo el tiempo, pero no me gusta pensar en ello. Puedo recordar los dos días con perfecta claridad, cómo se sentía el toque de _____, las conversaciones que tuvimos, su olor, sus expresiones. He oído decir que nunca olvidarás el día que tuviste tu primer tatuaje. Esto es cierto para los míos, aunque en mi caso, lo recuerdo por diferentes razones. Duele demasiado si me concentro en ellos. Por alguna razón mis piercings no me afectan de la misma manera. Tal vez sea porque fue durante el tatoo de mi barriga que por primera vez supe que mi atracción por _____ era más que física.
Trato de sonreír, pero en su lugar frunzo el ceño.
—Tenía dieciocho años— murmuro. Hace más de ocho años, se siente como una eternidad, pero lo recuerdo como si fuera ayer.
—¿Por qué te molesta? ¿Te arrepientes?— Su mirada suave mantiene la mía.
—No. No, me encanta— Hago una pausa —_____ lo hizo — No estoy segura de por qué respondo de esa manera, como si esperara que Roman supiera quién es _____. Es la única manera en la que podía responder, pero es la primera vez que hablo de ella al hombre delante de mí, o a alguien más.
Él detiene sus dedos y me besa encima de mi piercing en el ombligo. —No voy a salir corriendo por cualquier cosa, pero realmente espero que esto pueda ser el comienzo de algo nuevo entre nosotros —Sus labios están todavía apretados contra mí, con sus ojos fijos en los míos.
Ofrezco una sonrisa sincera. —Yo, también— Y lo hago, lo quiero.
Estoy lista para seguir adelante.
Levantando mi camiseta sin mangas por encima de mi pecho, me la quito y la coloco sobre la cama. Apoderándome de las manos de Roman, coloco sus manos sobre mis pechos y dejo que mi cabeza se incline hacia atrás y mis hombros se relajen. Se siente tan genial ser tocado, incluso cuando siento ligeras lamidas a través de mi carne, junto con el cosquilleo de la respiración caliente. La delicada caída de la lengua alrededor de mi pezón lo endurece y envía gloriosas sensaciones a través de mí. Un pulgar acaricia mi otro pezón y absorbo la sensación de éste apretándose bajo la burla de Roman. Por alguna razón, mi cuerpo se siente extremadamente sensible. Estoy palpitando con tanta intensidad, que siento como si pudiera venirme con sólo esto.
