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Había pasado una semana desde la llamada de Urda, Kayla había decidido que no caería de nuevo en provocaciones, había mantenido su vida privada muy bien resguardada, y muy pocos conocían su pequeño secreto de identidad.

Por ahí empezaría, buscaría ese pequeño agujero por el que se había colado información de su paradero y lo cerraría.

Esa noche volvería si o si al hotel, ya tenía dos semanas sin trabajar y en ese momento no se podía dar el lujo de perder ese negocio que queriendo o no, le había dado tanto.

Se metió a la ducha y mientras se daba un largo baño pensaba en todo lo que había pasado antes de que Urda le rompiera el corazón.

Su madre -como la mujer seguía llamándose a si misma -La había criado con el amor y dedicación que cualquier otra madre a su hija, no tenían lujos y mucho menos les alcanzaba mas que para vivir día a día; pero aún así la había enviado a la escuela y llevado a clases de ballet desde mu pequeña.

Nunca creyó que cuando tuviera la edad suficiente, la desalmada mujer la vendería por unos pesos a un hombre que se convertiría en el maestro de Kayla.

Salió de la ducha, todo lo demás aún le producía nauseas, no podía creer lo que Urda le había hecho cuando quiso salir del negocio en el que la había metido.

Kayla camino hasta su cama donde tenía lista la ropa que se pondría aquel viernes.

Un sexy conjunto azul eléctrico de ropa interior de encaje, sobre el cual llevaría un elegante jumpsuit del mismo color.

Sacó de una caja, un cuidadosamente envuelto antifaz negro y se lo coloco, dejando atrás a Kayla Morgan, y dando vida a la perfecta e inalcanzable Lady Escarlata.

Habían pasado tan solo dos horas desde que hizo su entrada en el bar del hotel, como siempre ya habían varios hombres impacientes por saber si esta noche se presentaría.

De manera casi inconsciente ella solo buscaba a a aque guapo caballero que la había sacado de sus casillas dos semanas antes, pero al no encontrarlo, finalmente se decidió por un apuesto joven.

El tipo se veía un poco mas joven que ella, quizá tendría los veintiuno recién cumplidos y estar ahí sería su regalo de cumpleaños, pero eso no importaba, si él podía pagar, ella le daría sus servicios, ya estaba cansada de señores viejos que ni siquiera la hacían sentir bien, probaría carne nueva y así podría olvidarse de sus problemas un rato.

Se levanto de su asiento con la cabeza en alto, el cabello lo llevaba en una coleta alta y eso le afilaba los rasgos, sus tacones resonaron en el lugar y varios hombres ansiosos por ser seleccionados se giraron a mirarla.

Era una mujer sin duda deslumbrante, cuando llegó a lado del joven que había elegido, le susurro al oído que la acompañara.

Él no podía creerlo y Lady Escarlata había tenido que tirar de su mano para que el muchacho empezara a caminar con ella hacia el ascensor, estaban saliendo del bar cuando su mirada fue llamada hacia la puerta por una corriente eléctrica que le atravesó toda la espalda.

Ahí estaba, el hombre de la otra semana, el primero en rechazarla en toda su vida, aquel hombre estaba entrando al bar junto con el mismo amigo regordete de la vez pasada.

Lástima, habían llegado tarde.

El chico con el que iba a subir a la suite jaló su mano recordandole su presencia y empezaron a caminar de nuevo al ascensor, antes de que las puertas se cerrarán, su mirada conecto con la de aquel hombre, vio el amago de sonrisa que tenía él en su rostro y eso hizo que le hirviera la sangre.

Estaba casi segura que lo había hecho a propósito, esperar hasta que ella saliera para entrar al bar.

Claro, así no pagaría el cargo extra que imponía el hotel para entrar con ella en el lugar y podría simplemente disfrutar de su noche sin que su belleza lo torturase, si, eso debía ser.

Paso la noche con el muchacho. Estaba tan molesta que ni siquiera lo dejo hablar, una vez que estuvieron el a habitación y el hizo el pago debido, comenzó a besarle como si no hubiera mañana, como si fuera el hombre de abajo.

Cuando termino con su trabajo, se vistió rápidamente, el joven había resultado bueno en lo que hacía y realmente había disfrutado un poco con él, nada tenía que ver el hecho de que en todo momento en la mente de Lady Escarlata la cara que tenía ese hombre con él que se acostó era la del sin duda sexy desconocido que la hizo temblar con su sola mirada.

Llegó a su apartamento pasadas las cinco de la mañana, iba a tomar un baño de tina pero estaba muy cansada, camino directo a su cama y cuando se dejó caer sobre ella algo se le encajo en la espalda.

Era un sobre rojo, dentro tenía únicamente una foto de ella, tenía puesto el antifaz y el jumpsuit, había sido tomada la noche anterior cuando salió del edificio.

Detrás de la foto había escrito algo.

"No te olvides de mi. -Con amor, mamá"

Lady EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora