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Era pasado el medio día de un sábado frío, el otoño estaba empezando a irse y conforme el invierno se adentraba en Nueva York, Kayla Morgan sentía más y más preocupación.

No encontraba nada que pudiera hacer que se librara de Urda, algo que la incriminara, algo con lo que pudiera chantajearla para que la dejara de molestar.

Saco de lo alto de su armario una vieja caja de zapatos, la tenía desde su cumpleaños diez, el último que tuvo antes de que todo lo que creía cayera frente a ella como un telón que cubría la realidad.

Sacó de la caja un diario, el primero de los que había escrito desde que entro en el negocio de la prostitución.

Leyó la primera página.

"Fui vendida"

Era lo que había escrito una niñita en su diario, no que le había regalado una muñeca o un vestido, sino que había sido entregada a un hombre para que la usara y rentara como si la muñeca fuese ella.

Siguió leyendo las páginas de sus diarios, la ayudaba a mantenerse firme, a que permaneciera en su mente la razón de por que a pesar de todo seguía siendo una prostituta, y no una de esquina, ella era la escort mejor pagada de la gran manzana.

Se limpió las lágrimas y saltó de la cama, corrió hasta su armario y tomó una maleta.

No había querido salir huyendo, pero Urda y su gente no le dejaban otra opción.

Mientras lanzaba su ropa con todo y ganchos dentro de su valija tomo su móvil con ayuda de su hombro y espero que contestaran en la aerolínea.

-American Airlines, le atiende Susan, ¿En que puedo ayudar?

-Buenas tardes, habla Kayla Morgan, quiero un boleto para el primer vuelo que tenga con destino a Tailandia.

-En este momento no contamos con vuelos directos, tendría que hacer escala en Bélgica...

-Si, si, no importa -interrumpió Kayla -Quiero un boleto para esta misma tarde si es posible.

-El siguiente vuelo es para la media noche. -la mujer que la atendía tenía un tono de voz tan chillante que la hacía querer ahorcarla -Y solo quedan tres lugares en clase turista.

Kayla lo pensó un momento, no hablaba tailandés obviamente, pero era el primer lugar que se le vino a la cabeza cuando pensó en lugares alejados, lo que le preocupaba era lo que podía pasar en lo que el vuelo salia.

-Señorita, ¿se encuentra ahí?

-Si, lo siento, quiero el boleto, cárguelo a mi tarjeta de crédito, los datos están en el sistema.

-Enseguida señorita Morgan, ¿Algo mas en lo que pueda ayudarla?

-No, gracias.

No espero respuesta de la chica y colgó.

Definitivamente todo el asunto retrasaría su plan un tiempo, pero ya habría momento para recuperar lo que debió ser de ella, si no se alejaba de Urda, ese momento nunca llegaría.

Termino de empacar un rato mas tarde, solo llevaba una maleta, no tenía tiempo ni ganas de estar documentando equipaje.

Llevaba un poco de efectivo y sus documentos, pensaba seriamente en cambiar su identidad, pero eso lo resolvería cuando aterrizara sana y salva muy lejos de su madre.

Eran casi las doce de la noche, ya había documentado su equipaje y ahora esperaba a que la llamaran a abordar.

Kayla dejó sus llaves a Olga y le dijo que se llevara a su casa la comida que tenía en el refrigerador.

No dijo cuando volvería ni tampoco por que s e iría, pero la mujer la había abrazad como si fuese una hija y eso las había hecho llorar a ambas.

Había tirado el chip de su móvil en un basurero y había dejado el aparato en su casa, no se arriesgaría a ser rastreada.

-Solicitamos la presencia de la señorita Kayla Morgan en el área de documentación. -Su nombre resonó por todo el aeropuerto, se quito las gafas oscuras que se había puesto por precaución y se dirigió hacia donde la llamaban.

Cuando se acerco al mostrador este estaba vació, se le hizo extraño y se giró para preguntarle a alguien, pero una persona detrás de ella la tomo por el hombro con una mano y con la otra hizo presión en su espalda con lo que se sentía como una pistola.

-No te muevas y no hagas un escándalo, sabemos quien eres y si te comportas no te haremos daño.

Toda la sangre abandono su cara y se puso tan pálida como un muerto, la había encontrado.

-Dejame ir, yo te puedo pagar mas que Urda, de verdad te daré lo que quieras.

-Cállate, y camina, evita ver a las cámaras o sufrirás las consecuencias.

Kayla asintió resignada, no le quedaba otra alternativa así que empezó a caminar hacia donde el hombre la iba dirigiendo, a pesar de ser u aeropuerto no había mucha gente por donde ellos caminaban, iban por donde se etiqueta el equipaje así que salvo un par de trabajadores, a esa hora no había nadie que pudiera salvarla.

Llegaron a la pista de aterrizaje, en donde los esperaba un auto negro.

Al subir en la parte trasera se quedo congelada, ahí estaba esa mujer frente a ella, con una sonrisa fingida y los brazos abiertos.

-Vamos Kay, dale un abrazo a mamá.

Lady EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora