25 y 27 de Diciembre

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Libreta de anotaciones de Kendall

25/12 10:48 p.m.

En la noche del día siguiente ya nos habíamos ido de nuestra casa. De nuestro hogar, el lugar donde casi nací, de no ser porque mi mamá me tuvo en el hospital mas cercano.

Y estábamos en el apartamento de mi tío. El apartamento que no utilizaba, ya que le sobraba dinero por todas partes. Cuando se enteró de los que no había sucedido no los ofreció, y mi mamá y mi tía aceptaron de inmediato; porque tenían miedo, miedo de que vinieran a buscarnos.

En la mañana de ese día había escuchado una conversación por teléfono fijo que estaba manteniendo mi mamá. Mi tía estaba a su lado, mientras que mi hermana y mi prima estaban durmiendo y llorando; pero yo no podía dormir, ni llorar.

"—Esta... b-bien... s-si—tartamudeaba mamá, y eso que ella no era de las que tartamudeaba. Yo estaba escondida tras la puerta de mi habitación."

Luego de eso colgó y le dijo a mi tía entre sollozos.

—Atraparon a los hombres que nos robaron—anunció, pero no parecía nada feliz—. Esos mismos hombres c-contactaron a alguien—.Continuó—, quien me llamó. D-dijo que lo habían mandado a m-matarnos— un sollozo salió desde los más profundo de su ser—. Eso me lo dijo, y también dijo que no tenía ganas de hacer nin-ningún favor a nadie, por lo que prefirió pedirnos una cantidad de dinero a cambio de m-matarnos—. Las última palabras las escuché con dificultad, ya que mi mamá había comenzado a susurrar.

Desde ese día dejé de ser curiosa. Ya no necesitaba saber más de lo necesario; a veces eso perjudica. ¿Y en que iba a ayudar que una niña de nueve años supiera esas cosas?

En nada.

Luego de eso me escondí en mi habitación y fingí dormir, para que mi mamá no se preocupara por mí."

Cuando entramos al apartamento de mi tío sentí que iba a llorar. Mi garganta mi gritaba que dejara salir un sollozo, pero me tragué el nudo que tenía en ella y continué caminando.

Mi mamá y mi tía estaban ocupadas con el papeleo para el funeral de mi papá. Mi hermana, que le llevaba casi tres años a mi prima, la consolaba y le decía que todo iba a estar bien.

Pero nada iba a estar bien. Ya todo estaba mal. Nada se podía remediar.

Ese año no pasamos una feliz navidad. No hubo regalos ni cena navideña. No hubo felicidad.

Sólo hubo tristeza, llantos y sollozos, depresión y un funeral.

25/12 11:04

Estaba acostada, con un dolor en el pecho y el la garganta, pero sin llorar. Escuché los pasos de alguien acercarse a mi habitación. La habitación que había adquirido ese día y la que iba a ser mía por muchos años más.

Tocaron a la puerta pero no respondí. ¿Cómo iba a responder con ese nudo en la garganta que tanto quería contener? No podría hablar sin ponerme a sollozar. Y llorar no iba a hacer que mi papá regresara; que hiciera como Jesús y reviviera al tercer día.

Al no obtener respuesta, la persona al otro lado de la puerta la abrió. Hundí mi cara en la almohada y le di la espalda a mi mamá.

—Cariño ¿estás bien? ¿No tienes hambre? No has comido en todo el día—dijo con preocupación. Pero el comer tampoco iba a hacer que mi papá volviera.

Cuando nievan corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora