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June

 Alzo mis brazos intentando tocar el techo mientras me despierto completamente. Michael debería llegar dentro de unos minutos, así que ya debería de estar preparada, pero por obra del destino me quedé dormida. Si, por obras del destino.

 Suelto un largo bostezo mientras pienso en lo que me voy a poner. No hay que pensárselo mucho ya que mi guardarropa de invierno no es que digamos extenso, pero igualmente pensar en que me voy a poner mantiene mi mente distraída. Camino con pasos pesados mientras me froto un ojo en dirección a mi armario a la vez que escucho como mi hermana lava los platos sucios de anoche. Eso le pasa por no limpiarlos ayer.

 Cuando estoy vestida casi por completo, suena el timbre de entrada. Supongo que es Michael, pero me da flojera irle a abrir, así que decido quedarme eligiendo que zapatos ponerme mientras que espero a que mi hermana le abra.

 Estoy distraída comparando los zapatos y viendo sus pros y sus contras, cuando Michael toca la puerta de mi habitación. La puerta que está casi completamente abierta y en la cual no tiene sentido tocarla para pasar, ya que tiene acceso libre a entrar. No respondo mientras sigo observando mis zapatos, pero miro de reojo a Michael mientras entra con un resoplido. Sonrío y agarro mis zapatos, me doy la vuelta y los coloco frente a él para que los observe.

—Dime, ¿Cuál crees que quedaría mejor con mi atuendo?—le pregunto, observando con ojo crítico mis zapatos. Él aparta los zapatos un poco de su cara -ya que los coloqué muy cerca de ella-, y responde:

—Los dos quedarían bien.

 Frunzo el ceño mientras observo como me mira, esperando a que me ponga los zapatos. Pero no puedo, no sin antes decidir cuales quedan mejor. Respiro profundo, en un gesto dramático para que Michael entienda que esto es serio.

—Necesito una opinión sincera, y solo puedes escoger un par. ¿Cuál par de zapatos me quedarían bien con la ropa que llevo puesta en este momento?—Cuando hago la pregunta, las palabras salen lentamente de mis labios, como si estuviera hablando con un niño que apenas sabe balbucear.

 Miro a Michael que me está mirando fijamente, pero como si estuviera perdido. Enarca una ceja, como preguntándose a sí mismo que pasa, y luego mira mis ojos. Si no estaba mirando mis ojos ¿Qué estaba mirando? Decido pasar por alto ese aspecto, y lo observo fijamente, esperando una respuesta.

—Los blancos—dice al fin, como saliendo de un trance. Comienza a caminar en dirección a la puerta de mi habitación, pero antes de salir se da la vuelta—. Te espero abajo—Y se va.

 Ruedo los ojos mientras coloco el par de zapatos que no voy a usar en su lugar. Me siento en la cama y me coloco los zapatos mientras pienso en que estaría pensando Michael.

 Cuando termino de alistarme -como diez minutos después de que Michael saliera de mi habitación- me despido de mi hermana y bajo corriendo los escalones, cuidando por no caerme en el camino, ya que no quiero terminar siendo tortilla de June en las escaleras. Una vez abajo veo a Michael apoyado en su auto mientras habla con un chico. El chico se me hace bastante conocido, pero no puedo recordar de que...

— ¿Te dignaste a aparecer?—me pregunta Michael de forma sarcástica luego de acabar su charla con el chico. Ruedo los ojos y le tiro mi bufanda a la cara para que se calle mientras intento adivinar quién es el chico, que mira la escena con una sonrisa divertida.

—Esto—Agito mi cabello en modo diva— no se logra solo. Paso de Michael y me fijo en el otro chico.

 Me acerco a él y lo miro fijamente. Tengo que inclinar la cabeza un poco, ya que es casi tan alto como Michael, pero no me intimida. Frunzo los labios y tamborileo los dedos de la mano derecha en mi pierna.

Cuando nievan corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora