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James

 Mis hermanos habían decidido ir a la feria de navidad, por lo que me encuentro sentado junto a Morgan comiendo un algodón de azúcar mientras esperamos a que aparezca Jordan con nuestras bebidas.

 Morgan y Jordan son mis hermanos, y son mellizos. Son hijos de mi papá más no de mi mamá. Viven con nosotros porque su mamá murió cuando tenían dos años, y dos años después de eso mi mamá y su papá se casaron y me tuvieron a mí.

 Suspiro y me remuevo en el incómodo banco de madera.

—Deja de moverte—me reprocha mi hermana. Me volteo hacia ella y me quedo estático, mirándola a los ojos.

 Frunce el ceño y me saca la lengua.

— ¿Qué pasó?—oigo que pregunta mi hermano, pero yo no contesto, yo sigo quieto, con la mirada fija en mi hermana.

—A este le pico el mosquito de la ridiculez—le dice Morgan a Jordan, mi hermano. Lo siento acercarse, y sentarse a mi otro lado.

 Pero yo sigo quieto, inmóvil.

—Ridículo—me dice Morgan.

—Pero así me quieres y me adoras—le respondo, y me muevo del golpe, haciendo que Morgan se sobresalte y tire un pedazo de algodón de azúcar que tenía en la mano.

 No entiendo porque hay personas que son tan asustadizas, le dices hola y ya están saltando del miedo. Y un ejemplo de eso es mi hermana.

—Blanco, toma tu refresco—. Me doy la vuelta y le frunzo el ceño a mi hermano. Acepto la bebida y comienzo a sorber, con el ceño fruncido.

—Negro—le digo de vuelta.

 Su color de piel es como la canela, sólo que un poco más clara; pero aun así nos hacemos bromas con nuestro color de piel.

 Ruedo los ojos y se levanta. Sorbe de su bebida y se acerca a una papelera para botar el palo donde venía su algodón de azúcar.

—Quiero caminar. A las ferias se viene a divertirse y a mirar las cosas, no a estar matándose el culo con un banco de madera podrida—. Señala el banco en el que estamos sentados Morgan y yo y hace una mueca. Morgan suspira pero se levanta.

 Me acomodo en la banca. Sorbo refresco.

 Jordan me mira y resopla, para luego darse la vuelta. Comienza a caminar, seguido de Morgan, mientras yo solo me quedo como espectador. Sorbo.

 Las personas caminan de un lado a otro, que mando calorías a pesar del frío que hace. Cada vez se van acercando más las crudas noches de invierno.

 Niños corren con sus padres arrastrados por sus pequeños cuerpo de un lado a otro. Parejas caminan agarradas de las manos y abrazados. Las personas caminan y esquivan, caminan y esquiva; es todo un patrón.

 Hay un montón de puestos en la feria; desde disparar pistolas de agua, hasta una tienda de adivinación. Todo para atraer a las personas y robarse su dinero.

 Me levanto y camino en la dirección por la que se fueron mis hermanos, esperando encontrarlos. Pero no los encuentro a ellos, si no a otra persona.

 Emma. Y está discutiendo con un chico.

 Decido no entrometerme, puede que sea algo meramente personal y que no quieran interrupciones. Decido quedarme parado al lado del puesto de lanzar un aro a botellas, y vigilarlos.

 La cara de Emma está pacífica, al igual que su postura, pero desde el lugar en el que me encuentro, puedo notar la rabia en sus ojos. El chico habla moviendo efusivamente los brazos y señalando a Emma.

Cuando nievan corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora