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James

 ¿La debería llamar? Si la voy a llamar, no me importa parecer desesperado, aunque no lo estoy.

Cuando ves a una chica en un metro con una chapa de Call Of Duty y otra de la escuela de arte más famosa del país en su bolso, lo primero que tienes que hacer es pedir su número. Luego llamarla. Y eso es lo que estoy haciendo.

Suena una vez. Suena dos veces. Suena tres ve...

— ¿Quién habla?—pregunta una voz de mujer al otro lado.

— ¿Está este... Emma?—digo leyendo el nombre en los contactos.

— ¿Emma?—un segundo de silencio—¡Ah, Emma! Si, ya la llamo—.No escucho lo que dice a continuación ya que creo que tapa el auricular—. Está hablando por teléfono ¿quieres dejarle un mensaje? ¿O le digo que te llame?

—Sí, dígale que me llame, que soy el chico del metro—. Y agrego:—. Gracias—cuelgo.

Dejo mi celular en la mesita junto al sofá de la sala y me siento. Me hundo y reboto varias veces ¿Me devolverá la llamada? No creo, pero tengo un poco de esperanza.

Me levanto y voy hasta mi consola de video juegos, y comienzo a jugar. Al minuto de empezar suena mi teléfono. Resoplo y le pongo pausa. Me levanto.

Cuando agarro el celular veo el nombre que está grabado en el: Emma. Descuelgo y me lo llevo al oído.

— ¿Chico del metro?—escucho que dice.

—Sí, ese soy yo—le respondo.

—Necesito tu ayuda—dice con voz urgente. Rara.

—Ni siquiera sabes mi nombre y... ¿necesitas mi ayuda?—le digo incrédulo.

—Bueno pues si quieres decirme tu nombre dímelo, pero necesito tu ayuda. ¿Puedes?—pregunta con la urgencia aún en su voz.

—Depende.

—Sólo necesito que te encuentres conmigo en el parque central—dice.

— ¿Sólo eso?—le cuestiono.

—Sip, nada más, nada menos.

—Bueno, está bien. Soy James—le informo.

—Hola, James. Es dentro de diez minutos, ¿puedes?

Me paso la mano derecha por el cabello y asiento, aunque ella no pueda verlo.

—Sí, pero te voy a pedir algo a cambio—le digo.

— ¿Qué cosa?—pregunta con recelo.

—Después te digo—y cuelgo.

Una oportunidad, sólo eso es lo que necesito.

Me froto las manos y cuando el semáforo cambio a rojo cruzo junto con las demás personas en la calle. Cuando llego al parque busco una banca que quede expuesta al sol para poder agarrar un poco de calor. ¿Por qué el frío es tan hermoso pero a la vez malévolo? Juega contigo.

Troto hasta la banca y me siento. El celular me suena. Número desconocido.

— ¿Diga?—contesto.

—Soy Emma, —dice la voz de Emma al otro lado—este es mi número—agrega y suelta una leve risa—. Ya estoy llegando ¿dónde estás?

Miro a mi alrededor y se lo describo.

— ¿Llevas una chaqueta de cuero?—pregunta.

—Si—respondo.

—Pues ya te vi—y corta.

Cuando nievan corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora