32

340 45 16
                                    

Michael

 Recorro los pasillos de la tienda es busca de un par de zapatos. No uno es específico, pero necesito un par de zapatos ya que los que tengo o están a punto de dañarse, o ya están dañados.

 Recuerdo cuando era más joven y no tenía que preocuparme porque me comprar los zapatos, ya que ella me los compraba; pero ahora no, ahora ella no me los puede comprar. Y como desearía que si pudiera, que siguiera aquí conmigo.

 Aprieto los labios y meto mis manos en los bolsillos de mi chaqueta. Aún sigo pensando en la discusión que tuve con June, y deseo pedirle disculpas, pero no se me ha dado la ocasión. Ya mañana es treinta y uno, y no quiero que llegue el año nuevo estando en malas cuentas con ella. Necesito hablarle pero cada vez que la llamo me ignora, y no me contesta los mensajes.

 Me muerdo el labio mientras voy divagando y viendo los zapatos que hay a mi alrededor. Las personas se paran y agarran un zapato, llaman a alguien para que los atienda y preguntan si hay de su talla. Siempre el mismo proceso, y las personas salen felices de la tienda con un zapato que estrenar y presumir. Yo no quiero estrenar ni presumir, yo quiero tener algo con lo que caminar que no sean puras medias, o descalzo.

 Escojo unos zapatos que se ven cómodos y, le pregunto a una chica que está vagando entre los clientes para saber quién necesita ayuda, para saber mi talla. Cuando se retira me siento en un sillón pequeño y acolchado que está vacío y que queda frente a un espejo que me llega desde la cintura a los pies. Mientras espero observo mis gastados zapatos, que tienen la parte delantera pelada aunque intenté lustrarlos.

 Luego de que la chica llega me pruebo los zapatos para saber si son de mi talla, y me los compro. Estoy a punto de salir de la tienda cuando me choco con un minion. O bueno, con una persona bajita y con una cabellera rubia. Bajo la vista y veo que es June, que me mira con los labios apretados, ocultando un sentimiento en sus ojos. Tal vez culpa, pero no estoy seguro.

— ¿Podemos hablar?—preguntamos al mismo tiempo. Yo asiento y veo una sombra de sonrisa en la inusual seria cara de June. Miro las bolsas en sus manos y supongo que ya habrá terminado de comprar, así que le indico la salida.

 Salimos, uno al lado de otro, y caminamos hasta su auto, en donde mete sus bolsas. Luego, aún en silencio, algo muy raro en compañías de June, caminamos hasta mi auto para que yo pueda dejar mi bolsa. Una vez dejada mi bolsa en el auto comenzamos a caminar sin rumbo por las aceras.

 Me aclaro la garganta.

—Lo siento—volvemos a decir al mismo tiempo. Una media sonrisa se forma en mis labios por el hecho de haber hablado dos veces al mismo tiempo, pero la incertidumbre llega a mí. ¿Qué debe sentir ella?

—Tu primero—me dice, dándome la palabra. Aprieto los labios y asiento, meditando mis palabras. Por unos segundos observo los rizos rubios de June balancearse al ritmo de su caminata y eso evoca un recuerdo profundo.

—Quiero disculparme por...

— ¡Espera!—exclama y se detiene. Me detengo a unos pasos por delante de ella, y espero a que hable. Abre la boca y la cierra varias veces antes de poder decir algo— Necesito que me dejes disculparme a mi primero—. Me suplica con los ojos.

 No puedo evitar sonreír al ver a la June de siempre de nuevo conmigo. Asiento, indicándole que puede comenzar a hablar.

—Fui una estúpida al llamarte de esa manera. Prácticamente te obligué a venir; no, te obligué a venir—asiente. Voy a decir algo pero me corta—. Fue muy inmaduro de mi parte el no pensar primero en ti, y solo pensar en mí. No se me pasó por la cabeza que pudieras haber estado haciendo algo sumamente importante, y llego yo y te obligo a llegar a mi casa. Me siento súper mal por eso y necesitaba desahogarme y saber si había interrumpido algo importante—Hace una pausa para tomar aire frió, haciendo que sus mejillas se coloreen un poco—. ¿Interrumpí algo importante?

Cuando nievan corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora