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James

 Resoplo por el frío que se cuela entre mi chaqueta y me cruzo de brazos. Que desgracia tan grande que no haya calentadores en la escuela. Pero por lo menos ya no nieva casi todos los días como a principio de mes; era monumental.

 Miro fijamente la pizarra en donde el profesor está escribiendo algunas fórmulas que no termino de entender. Y en realidad me da igual entenderlas, ya que solo faltan dos minutos para que toque el cambio de clases. Subo un poco la manga de mi chaqueta y miro la hora en mi reloj: 1 minuto.

 Miro a Dean, que está dormido a unos dos puestos por delante de mí. Bastardo con suerte, que puede dormirse con tanto ruido. Arranco una hoja de mi cuaderno y la hago una bola, para después tirársela al cuello mientras que el profesor no me ve. Cuando impacta en su nuca se sobresalta y levanta la cabeza de golpe. Se lleva la mano a la parte trasera del cuello y después se voltea para y me mira de manera asesina/adormilada.

 El timbre suena, haciendo que sillas y pasos resuenen en el salón de clases. Me levanto rápidamente y salgo uno de los primeros, intentando no dejarme llevar por la ola de estudiantes. Hace varias semanas que inició la escuela y ya estamos forrados de tareas, como lo odio.

 Detrás de mí camina Dean, intentando seguir mi paso al estar medio dormido.

— ¿Estuvo bueno el sueño?—le pregunto, subiendo y bajando mis cejas sugestivamente. Sonríe de manera sádica y responde:

—Sí, y era con una despampanante pelirroja cuyo nombre es Emm...

 Le doy un golpe en la cabeza para que calle lo que vaya a decir, en realidad no lo quiero escuchar. Rodeo su cuello con mi brazo fingiendo estar enfadado y lo arrincono contra mi pecho mientras el intenta liberarse. Finalmente lo suelto, con una sonrisa juguetona, para luego recibir un puñetazo en el brazo como respuesta, todo eso mientras caminamos hacia la cafetería.

 Elevo un poco la cabeza para poder ver por encima del mar de estudiantes, buscando el cabello pelirrojo de Emma. Antes de conocerla en el metro, no sabía que estudiamos juntos. Como está un año por debajo de mí y casi todas sus clases son en el segundo piso (las mías en el tercero) nunca había reparado en ella. Emma me dijo que yo no la había visto porque ella no quería que la viera, que si hubiera querido yo la habría visto; y le creo.

 Cuando por fin diviso a Emma está hablando con unas compañeras de clase, como las llama ella. Pero casi siempre las veo juntas. Me dijo que quería cambiar y ser un poco más sociable y menos repugnante con las personas; sus palabras, no mías.

 Camino hasta donde ella se encuentra (está de espaldas a mi) y cuando estoy por llegar sus amigas notan mi presencia. Al quedarse viéndome Emma se da la vuelta para ver que miran, pero antes de que consiga dar la vuelta completamente, rodeo su cintura con mis brazos. Ella odia que haga eso en público.

—Hola—la saludo y le intento dar un beso en la mejilla, pero ella no se deja. Se echa a un lado y luego se escurre de entre mis brazos. Frunce el ceño y señala a sus amigas disimuladamente con los ojos.

—Hola—me responde. Dean a mi lado suelta una pequeña risa por mi reciente rechazo y me pincha las costillas con el codo.

 Saludo con la cabeza a sus amigas, gesto que corresponden. Una de ellas, una chica de cabellos rubios teñidos y ojos café, se me queda mirando más de la cuenta. Emma lo nota, y al hacerlo frunce el ceño. Camino hasta mi lado y entrelaza sus dedos con los míos. Sonrío con satisfacción al saber que está celosa.

—No—murmura Emma a mi lado al ver mi sonrisa.

— ¿No qué?—le pregunto, haciéndome el tonto.

Cuando nievan corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora