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Kendall

 Pestañeo. Me froto los ojos para despejar las lagañas de ellos. Me pesa el cuerpo, pero a pesar de eso puedo sentir la presencia de alguien más, a mi lado. Volteo la cabeza lentamente para no marearme, y encuentro con la mirada a Shawn. Tiene la boca entre abierta y su cabeza reposa en el respaldar del sofá. Su cabello está revuelto y en la mejilla tiene marcada la tela de su suéter. Se quedó dormido mientras veíamos la película, al igual que yo.

 Abro mis ojos completamente y trato de buscar una ventana donde se vea el exterior. ¿Qué hora es? Me incorporo con lentitud, pero aun así me llega un leve mareo. Apoyo mi mano en la mesa para café que tengo en frente y recargo todo mi peso en ella, para no terminar cayéndome.

 Una vez pasado el mareo tanteo con mi mano derecha la superficie de madera de la mesa para café, en busca de mi bolso. Mis dedos lo tocan, así que lo atraigo hacia mí con lentitud, tratando de no hacer ruido para que Shawn no se despierte. Rebusco en él, apartando hojas y envolturas de caramelos, hasta dar con mi celular.

 Annie debe estar preocupada. Puede que piense que me secuestraron, o algo peor. Debí haberla llamado antes, en el momento que estaba un poco más despejada luego de haber tomado el chocolate caliente que me ofreció Shawn.

 Suspiro y trato de arreglar mi alborotado cabello. Desbloqueo el celular. Tengo diez mensajes y tres llamadas perdidas. Al celular le queda 21% de batería. Son las siete y cuarenta y ocho minutos. Aprieto los labios y miro la habitación a mí alrededor.

 Reviso las llamadas perdidas y todas son de mi mejor amiga. La mitad de los mensajes son de ella, y la otra mitad de mi mamá. Ay, mi mamá.

—Shawn—susurro, luego de volverme hacia él. Me acerco un poco más y le doy unos leves toques en el hombro con el dedo índice. Nada—.Shawn—susurro, pero esta vez un poco más alto. Otra vez nada.

 El pecho del chico sube y baja lentamente, dándome a entender que está completamente sumido en sus sueños. Ruedo los ojos y vuelvo a darle un toque en el hombro.

— ¡Shawn!—escucho la voz de un chico seguida por el sonido de la puerta de entrada. Los ojos de Shawn se abren de golpe y mira a todos lados. Posa su mirada en mí y luego en la puerta. Giro hacia la puerta y veo que un chico está parado ahí, con el ceño fruncido.

 Guardo mi gorro de lana morado en mi bolso, y comienzo a pararme lentamente. El chico en la puerta me mira por un segundo y luego dirige su mirada al chico a mi lado.

— ¿Hiciste la cena?—le pregunta, ignorándome deliberadamente. Me froto los ojos, aún cansado, y me termino de levantar.

—No, mierda—murmura Shawn con voz cansada, frotándose los ojos—.Me quedé dormido viendo una película.

—Pues mueve el culo y ponte a cocinar—le ordena con voz autoritaria y cansada. Escucho a Shawn bufar y removerse en el sofá.

 El chico de la puerta camina unos pasos y deposita sus cosas en una mesita junto a la entrada, se saca los zapatos y camina en mi dirección. Yo me quedo quieta mientras él me mira fijamente. Esboza una sonrisa cálida, lo contrario a su cara anterior, y me tiende una mano.

—Soy Josh, un gusto conocerte—dice. Les estrecho la mano, un poco recelosa, y luego la aparto.

—Me llamo Kendall—mi voz aún suena un poco cansada. Carraspeo y me enderezo.

 Sus cejas se alzan y mira con mirada de pregunta a Shawn. Yo, al no entender nada, me quedo quieta.

— ¿Te vas a quedar a cenar?—pregunta.

Cuando nievan corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora