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Shawn

 Llevo mi mano a mi boca para ocultar un bostezo. Me froto el ojo derecho y camino en dirección a la sala, de donde mi hermano me llamó.

— ¿Qué quieres?—murmuro, aún aturdido por el sueño.

—Recuerda hacer la cena navideña, lo dejo en tus manos. Ah, por cierto ¿No te importa que haya invitado a dos... amigos?—pregunta, dudando en la última palabra. Ignoro el porqué de eso y asiento.

—No me importa. O sea que tengo que hacer comida para dos personas más—afirmo, mientras agarro leche de la nevera y cereales.

 Hace un sonido de asentimiento, ya que tiene la boca llena de comida y no puede hablar. Me sirvo la leche y el cereal en una taza y comienzo a comer, sentado junto a mi hermano.

— ¿La niña sigue dormida?—pregunta, refiriéndose a nuestra hermanita. Asiento, mientras como un bocado de cereal— Bien. Necesito que la distraigas. Si pregunta donde estoy le mientes. Voy a ir a comprarle los regalos, ya que no tuve tiempo en la semana—comenta. Vuelvo a asentir, con la mirada fija en mi desayuno—. Cuando vuelva de comprar las cosas necesito que la entretengas en su cuarto, o algo por el estilo mientras yo paso los regalos a tu habitación para que los puedas forrar con papel de regalo.

 Vuelvo a asentir y me levanto en cuanto termino de comer. Recojo su taza y la mía, y las lavo.

 Hoy va a ser un largo día.

 Siento mi celular vibrar a través del sofá en el que estoy sentado. Lo tanteo, sin quitar la vista de la película que están pasando, hasta dar con él. Lo agarro y lo llevo frente a mí. Como veo que es mi hermano, descuelgo.

— ¿Qué pasó?—pregunto, atento más a la película que a la conversación por el celular.

—Ya estoy abajo, ¿Dónde está la mocosa?—dice del otro lado del celular.

 Hago un sonido pensativo y quito la vista de la película.

— ¿Cassie?—pregunto, en dirección a su habitación.

— ¿Si?—responde su voz infantil.

— ¿Quieres ver una película conmigo?—le pregunto, rezando porque acepte.

— ¿Enredados?—pregunta, esperanzada. Ruedo los ojos pero acepto, a lo que ella suelta un chillido.

—Ya voy para allá, espérame cinco minutos para preparar algo de palomitas.

 Vuelvo a poner mi celular en mi oreja y le digo a Josh:

—Sube en cinco, la voy a tener entretenida en su habitación. Y no hagas ruido, que tú sabes que ella parece un perro, siempre fiel a tu llegada—bromeo y cuelgo.

 Camino hasta la cocina y agarro un paquete de palomitas de micro-hondas con mantequilla y sal. Pulso los números y espero.

 Veo la rueda interior girar una, dos, tres, cuatro...

— ¿Cuándo vienes?—grita mi hermanita desde su habitación.

—En veinte segundos—le aviso.

 Mientras las palomitas se terminan de hacer, sirvo un poco de refresco para nosotros -menos para Cassie, ya que es una niña-. Agarro las palomitas ya listas y las riego en un bol, y me dirijo a la habitación de mi hermana.

 Hago malabares mientras voy caminando, por lo que al llegar frente a su puerta, tengo que tocar con el pie y gritar que es una emergencia. Mi hermanita abre de golpe y extiende sus brazos hacia mí, esperando que le de las palomitas.

Cuando nievan corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora