31

340 46 9
                                    

Kendall

 Reprimo un bostezo mientras camino hasta la cocina para buscar las bolsas de basura. Como mi turno acaba dentro de poco debo sacar las bolsas de basura al contenedor que hay detrás de la cafetería. Agarro loas bolsas con basura y camino hasta la puerta que da al exterior. Empujo la puerta con mi cuerpo y salgo.

 Una vez afuera me acuerdo de un día que salí a sacar la basura y me encontré un gato negro hecho una bolita con arañazos en todo el cuerpo, y sin un pedazo de oreja derecha. Recuerdo que lo acurruqué entre mis brazos y lo llevé hasta el almacén de la cafetería, donde lo limpié lo mejor que pude en cinco minutos y lo envolví en una manta. Me apresuré y lo llevé al veterinario, pero este dijo que el gato estaba infectado con bacterias en su estómago. Murió al día siguiente, y desde ese entonces, lo recuerdo cada vez que voy a sacar la basura.

 Despejo ese pensamiento de mi mente y dejo caer la bolsa de basura en el contenedor. Me quito los guantes y también los boto, dispuesta a comenzar a caminar en dirección a la casa de Annabelle, pero las voces de unos chicos hacen que me detenga en seco.

—... que es sólo para conseguir lo que nadie más pudo, sólo un pasatiempo, nada que ver con los sentimientos—dice una voz que me resulta demasiado familiar, pero no logro reconocer de quien es. Se oye un carraspeo, anunciando a un segundo chico.

—Yo creo que Kevin tiene razón. ¿Estás seguro de que no le hará daño a Kendall cuando lo sepa?—. Al escuchar mi nombre una bombilla se enciende en mi cerebro y aguanto la respiración. La voz que escuché antes era de Shawn.

— ¿De qué están hablando? Qué ella es débil, seca...—dice la vos de Shawn, pero yo no puedo seguir escuchando. Comienzo a caminar en dirección contraria con los puños apretados. Acomodo mi bolso y lo cruzo sobre mi pecho. Al hacer eso, el bolso choca contra la pared, creando un ruido seco.

 Respiro lentamente y camino ignorando que puede que los chicos ya me hayan visto. Cinco segundos luego de sospechar eso oigo la voz alegre de Shawn llamándome. Al ver que no respondo ni me doy la vuelta me vuelve a llamar. Y lo vuelvo a ignorar.

 Si reproduzco una y otra vez las palabras que Shawn dijo, puedo crear una oración bastante desagradable, en la que Shawn dice que pasaba el rato conmigo sólo para hacer algo que nadie más pudo. Y él no lo dijo en esas palabras, pero estoy casi completamente segura de que estaban haciendo referencia al apodo que tengo en la escuela. La chica de hielo.

 Escucho unos pasos a mi espalda pero los ignoro completamente. Me miro las uñas, buscando algo que hacer para no seguir procesando una y otra vez las palabras de Shawn. ¿Qué tan tonta se puede llegar a ser?

—Oye... Kendall ¿Qué pasa?—pregunta Shawn con un jadeo en la mitad de la oración mientras deja de correr y se apoya en sus piernas. Me mira y toma una fuerte respiración. Me encojo de hombros, intentando convencerlo de que no pasa nada. O tal vez intente convencerme a mí misma.

— ¿Estás enfadada conmigo?—pregunta. Camino hasta estar parado frente a mí pero lo esquivo rodando los ojos. Necesito rodar los ojos o siento que se me van a cristalizar en cualquier momento. Y eso no puede pasar, no por Shawn.

 Observo con el sol desciende en el cielo mientras intento pensar en que voy a hacer de desayuno mañana por la mañana. Pero no consigo concentrarme, ya que el sonido de los pasos de Shawn me persigue.

— ¿Podrías al menos decirme que hice? ¿O darme alguna pista? Ya sabes que yo meto demasiado la pata, así...

 Me paro en seco y me doy la vuelta con el ceño fruncido, cansada de que me esté hablando normalmente, como si no hubiera estado conversando sobre lo débil y seca que soy con sus amigos. Como si yo fuera el último chisme del condado.

Cuando nievan corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora