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Kendall

 Suspiro y me limpio las manos en el delantal de color rojo que llevo puesto. Mi mamá se acerca, acariciando su panza, y me mira.

—Dentro de unos minutos va a llegar Ben para pasarme a buscar. Recuerda que vamos a comprar cosas para el bebé, y luego me voy a quedar a pasar la noche en su casa—me avisa. Asiento—. Vas a quedar a cargo. Recuerda cerrar a las nueve. No antes, no después—. Me advierte con una ceja levantada—. Sólo en caso de emergencia puedes cerrar antes, pero no creo que pase nada, así que está bien.

—Bien—respondo, seguido de un asentimiento.

 Ella también asiente y camina hasta el otro lado de la barra, donde estoy yo, y se lava las manos. Mientras se está secando habla:

—De todas formas tu hermana no debe llegar muy tarde, para poder ayudarte un poco con algo—comenta. Se da la vuelta y sonríe cuando la campanita de la puerta de entrada suena—. Ya llegó; cualquier cosa llámame o llama a tu tía.

 Hago un sonido de asentimiento mientras limpio la barra con movimientos lentos. Cuando veo a Ben traspasar el umbral de la puerta y mirar a mi madre con ojos de enamorado sonrío.

 Mi mamá es feliz cuando está con Ben, y por lo que veo Ben también es feliz cuando está con mi mamá.

 Ben se agacha un poco y le da un beso casto en la boca y luego la abraza.

 Llevan una semana sin verse, debido al trabajo de Ben. Trabaja como agente de viajes, por lo que tiene que viajar unas pocas veces al año.

 No vive con nosotras, pero planea mudarse a nuestro apartamento luego de la boda, que será a mediados de marzo, luego de que mi mamá dé a luz, aproximadamente a finales de enero.

— ¡Kendall!—me saluda Ben con efusividad. Se acerca junto con mi mamá— ¿Cómo estás cariño? ¿Alguna noticia importante esta semana?— pregunta alzando las cejas.

 Sonrío ligeramente mientras se acerca a mí y me da un abrazo. Aprieta y luego se separa y me da un beso en lo alto de la cabeza.

—Estoy bien, ¿Y tú? ¿Qué tal el viaje?—pregunto, fingiendo curiosidad. Como él sabe cómo soy, no comenta nada de su viaja, y espera a que siga hablando— No, no hay noticias importantes para esta semana.

 Sonríe y asiente. Me da otro beso en la cabeza, seguido de un beso en la mejilla por parte de mamá, y comienzan a caminar en dirección a la salida.

—Ya no vamos—anuncia mamá, señalando el auto de Ben.

—Voy a comprar una pijama para el bebé de color gris en tu honor—me dice Ben antes de salir de la cafetería, haciendo referencia al que podría ser mi color favorito.

 No tengo color favorito, pero el que más se acerca es el gris. Como las nubes cuando están a punto de derramar la lluvia; o como la neblina espesa, fría y traspasable. Sin nada que pueda perjudicar.

 Levanto un pulgar y vuelvo a mi trabajo.

 Un cliente entra en la cafetería y se sienta en una mesa. Espero unos segundos y voy hasta su mesa para atenderlo.

— ¿Que va a ordenar?—le pregunto. Es una señora de mediana edad, con lentes finos y una bufanda color carmesí.

 Inspecciona el menú con ojo crítico y luego lo deja en la mesa. Lo recojo y espero con mi pequeña libreta en manos y un lapicero.

—Un sándwich de queso y tomate, pero sin cebolla. Y una Coca-Cola dietética—ordena. Anoto y asiento mientras le muestro la sonrisa que utilizo para trabajar. De pura cortesía.

Cuando nievan corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora