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Michael


 Me acomodo las mangas de mi camisa, mientras espero a que June llegue. Elevo la cabeza y miro el sol que se está poniendo.

 Para llegar a la casa de mis padres se dura más de media hora, por lo que tenemos que salir antes del anochecer para poder llegar ahí antes de que oscurezca.

 Mi mamá se puso muy feliz cuando le dije que llevaría a una chica, pero pude ver la decepción en su cara al saber que solo era una amiga, y nada más. Mi papá simplemente sonrió con complicidad, pero yo no entendí el porqué. Es mejor no preguntarle, después me empieza a dar la charla de lo primero que se le venga a la cabeza.

 Escucho como el habitual bullicio de Nueva York aumenta. Puertas abriéndose y cerrándose, autos pasando a poca o alta velocidad, personas hablando, niños corriendo. A pesar de que muchas personas odian lo escandalosa que es esta ciudad, a mí me reconforta. Cuando llegué aquí por primera vez me costó dormir con el sonido, pero al poco tiempo me fui acostumbrando y agarrándole cariño a el ruido de la ciudad.

 Bajo la cabeza y dejo de admirar el sol, para pasar a ver un auto que se acerca. La conductora en June, y como copiloto hay otra chica un poco menor que ella -, que mira hacia el frente con el semblante inexpresivo. Todo lo contrario a June, que va tarareando una canción.

 Estaciona a un lado de mi auto, pero deja el motor encendido. Se despide de la chica de adelante, y de una chica que está sentada atrás, de la cual no me había fijado antes. Baja del auto y camina a paso lento hacia mí, mientras busca algo en su bolso.

 Acordamos encontrarnos en la parte de afuera de mi apartamento, ya que me dijo que como su prima (¿O su hermana?) también iba a salir, quería conversar un poco con ella en el auto.

 Inclino la cabeza a modo de saludo, a lo que ella me responde con una radiante sonrisa luego de sacar lo que estaba buscando en su bolso: un chicle.

— ¿Quieres?—me ofrece. Niego con la cabeza y arrugo la nariz.

—No me gusta el chicle de menta—le comento. Sus ojos se abren de par en par, fingiendo estar indignada.

 La chica que estaba de copiloto se cambia a piloto, y la chica que estaba en la parte trasera se pasa a copiloto, y arrancan. Veo el auto desaparecer mientras June crea su monólogo dramático.

— ¿Qué?—pregunta-exclama con un tono de voz más aguda de lo habitual. Sacude la cabeza mientras dice: — No, no, no, no, yo no voy en el mismo auto que un odia chicles—me dice, con tono indignado, pero con un indicio de sonrisa en sus labios.

 Coloco una media sonrisa mientras respondo:

—Un odio chicles de menta—la corrijo. Elle rueda los ojos, como diciendo "lo que sea", y me hace un gesto con la mano de indiferencia.

—Eso mismo—. Se da la vuelta, intentando hacer una salida dramática, pero luego se da la vuelta riendo, mientras se sube a mi auto—. Después me quedo sin transporte—comenta con tono divertido, antes de que su voz se pierda en el interior del auto.

 Niego con la cabeza, algo divertido, mientras reprimo una sonrisa.

 Que persona más ridícula e infantil. 




 Apago la farola y avanzo a paso lento con el auto. Busco un lugar entre la hierba y la tierra para poder estacionarme, entre los autos de mis tías. A lo lejos veo el auto de Diego y el de mis padres. Suspiro sonoramente, preparándome para pasar la noche con mi familia.

Cuando nievan corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora