Caminando entre los pasillos del inmenso castillo Logan invitó a Lucy a que acudieran al mercado que habían visto durante su llegada. La chica aceptó la invitación.
El calor golpeaba de frente al lugar, sin embargo este hacia perfecta armonía con el entorno. Los puestos, la comida y la gente. Creando un verdadero bazar.
—La admiro—admitió Logan mientras caminaban entre los puestos.
El joven ya llevaba consigo tres bolsas llenas de comida, y objetos que la reina había comprado. Lucy lo miró extrañada. ¿Había escuchado bien?.
—¿Qué?—preguntó Lucy sonriéndole como si le hubiera dicho una broma.
—Si. Admiro su valentía. Creo que usted merece que sus hermanos sepan quién es en verdad.
—¿De qué hablas Logan?—se detuvo Lucy, interesada en lo que Logan le decía.
—No quiero que piensa que soy un chismoso pero... Eh visto su comportamiento y oído sus palabras cuando está a solas con otra persona—el chico movía nerviosamente las manos—. Me refiero a que eh visto su actuar cuando no está rodeada de sus hermanos o del rey, y si me permite decirlo. Es muy diferente—admitió Logan—. ¡No lo tome a mal!—trató de corregir el muchacho cuando interpretó la mirada de Lucy como triste, pero lo que Logan no sabía era que realmente su mirada era de seriedad, de valoración—. Lo que quiero decir es que usted demuestra un verdadero liderazgo cuando no está con sus hermanos.
Permanecieron un momento en silencio. Lucy valoraba cuidadosamente las palabras de Logan. Tenía razón. Debía de demostrarles quién era Lucy Pevensie.
—Lamento si...
—No Logan. Tienes razón—le interrumpió Lucy—. Creo que todo este tiempo no digo nada porque mis hermanos son mayores, porque en el fondo creía que era incorrecto, que ellos son mejores reyes que yo...
—Pero no, usted es reina de Narnia también y jamás olvide que ese puesto se lo ha ganado a pulso.
Lucy le sonrió. Logan había hecho lo que muchos jamás lograron ver. Logró ver a la verdadera reina Lucy.
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Thomas se asomó en la ventana de cortinas amarillas que se encontraba en su cuarto. La ventana daba vista hacia el bulevar. El joven deseo salir a conocer el lugar. Recordaba bien sus viajes a los mercados de Londres, en los que siempre sus veloces manos se adueñaban de más de una verdura o fruta.
El muchacho se levantó del sofá y caminó rumbo a la habitación de Alison. Se colocó frente a la puerta y tocó la superficie. Se arregló la camisa y la boina rápidamente antes de que llegara a atender la puerta Alison. Quería verse presentable ante ella.
