Capítulo 27. Palabras con sabor a sangre

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Una vez más se encontraba ahí, en aquel bosque de pinos altos y separados, que dejaban ver los rayos de la luna acompañados de la luz de las estrellas, con la neblina a la altura de la rodilla, con el frío a su alrededor y la sensación de estar huyendo de algo o alguien.

Los dos cachorros de león se asomaron entre los pastizales, jugando entre ellos, el león dorado se abalanzaba sobre el negro y viceversa, pero nunca sin hacerse daño. Los cachorros se percataron de su llegada y corrieron hasta él.

De nuevo Dylan escogía el mismo león de melena negra, pero en ese momento se dio cuenta que podía cargar perfectamente a los dos, algo le decía que aquellos leones eran de la misma camada, que no debía de separarlos, pero aún así Dylan los separó.

El sueño volvía a ser lo mismo, pero cuando Dylan pensó esto, todo cambió.

Cuando el muchacho se marchó con el león en brazos, unos metros más adelante se percató de que ya no estaba más en sus brazos, giró al escuchar un par de gruñidos.

Los cachorros comenzaron a pelearse, no supo cuando fue el momento en que de un pestañeo a otro, los leones habían crecido, una guerra de gruñidos y garras, un paisaje de horror se pintaba frente a sus ojos.

Dylan lo sabía, él había provocado esa batalla. Trató de huir de los leones al ver que ambos dejaban de pelear para comenzar a perseguirlo. Dylan se internó en la cueva más cercana. Por alguna extraña razón llevaba consigo un par de fósforos en uno de los bolsillos de la ropa. Sacó el artefacto y lo encendió...

Fue entonces cuando un gruñido y la imagen de las fauces del león de melena negra lo amenazaron de frente.

El fósforo se apagó.

Dylan despertó de golpe, con sudor en la frente y alarmado se llevó las manos al cabello. El sueño de años había cambiado de estrategia. ¿Acaso esos sueños significaban algo?.

—¡Astan!—exclamó Dylan al ver al gran león justo enfrente a su cama.

Volteó a mirar la cama de su compañero. Thomas seguía dormido, parecía como si no pudiese escuchar ruido alguno. De seguro Astan lo prefería así.

—Tranquilo Dylan—trató de tranquilizarlo Astan, con su sabía y pacífica voz.

—Lo que soñé... ¡¿Qué significa?!—exclamó Dylan a punto del pánico—. Eh tenido ese sueño desde que tengo memoria y ahora ha cambiado.

—Hijo mío, los sueños suelen ocultarnos angustias, temores, o incluso mensajes o peor aún, premoniciones. Me temo que de ser lo último, tarde que temprano lo terminaras descifrando—le dijo Astan.

—Pero no tengo ni idea de que significa, ¿tú me harás daño o acaso Aslan?—le preguntó Dylan, recordando el final de cada uno de sus sueños.

—Aveces las personas o imágenes que soñamos no son quienes creemos que son, aveces estos representan a otras personas u objetos de nuestra vida. Pero eso sólo tú mismo lo puedes descifrar—le explicó Astan—. Pero tranquilo Dylan, tu destino es mucho más grande de lo que imaginas, sólo sigue junto a ellos. Si permanecen juntos, todos los miedos desaparecerán, de lo contrario me temo que ellos habrán ganado. 

Dylan agachó la cabeza, confundido y perturbado.

—¡No entiendo que es lo que debo de hacer!—exclamó levantado la mirada a Astan, pero él ya se había ido.

𝑵𝑨𝑹𝑵𝑰𝑨: 𝑳𝒂 𝑬𝒔𝒑𝒂𝒅𝒂 𝑫𝒆 𝑪𝒓𝒊𝒔𝒕𝒂𝒍✰︎ೃ °➫𝑪𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora