—¿Listos?—les preguntó su padre feliz.
Después de más de una hora de camino lo único que los mellizos deseaban era jugar y por fortuna su padre siempre estaba listo y más que entusiasmado por cumplir con los deseos de sus traviesos hijos.
—¡Si!—exclamó el pequeño de nombre Arturo.
Al verlo ahí junto a su papá Elina pensó en lo mucho que ambos se parecían a él, sin embargo su padre siempre insistía en que se parecían más a su mamá.
—A la cuenta de tres, iré detrás de ustedes—determinó su padre, llevándose las manos a los ojos para iniciar con el juego.
—Elina, Arturo, no corran por los pasillos, se pueden tropezar y además aún no conocen el lugar—exteriorizó preocupada su mamá—, y recuerden que ya le deben dos estatuas de león a su tío por andar corriendo en su casa ehhh...
—Si mamá—ambos pequeños rodaron los ojos con una sonrisa.
—Pero esta es nuestra nueva casa, además la conozco perfectamente—comentó su papá con ese gesto que siempre hacia sonreír a su madre—. Estarán bien mi amor, ya son todos unos exploradores, ¿o no?.
—¡Si!—dieron brincos de emoción los pequeños, ya no eran unos bebés, acababan de cumplir nueve años, aunque para sus padres siempre serían sus bebés.
—Está bien mi amor, sólo si tú le pagas a tu hermano ehhh...—se acercó su mamá a su padre para darle un beso.
—¡Iuuuuu!—exclamaron al unísono los mellizos, con una mueca de desagrado.
Sus padres sonrieron divertidos.
—¡¿Iban a empezar sin mí?!—llegó su tío para dejar las maletas al lado de la enorme puerta y correr a cargarlos entre sus brazos.
Ambos pequeños rieron, y fue hasta que regresaron al suelo que su tío se unió al juego. Su padre comenzó a contar mientras los tres corriron por los pasillos, su tío tomó camino hacia la cocina y los mellizos corrieron sin rumbo alguno.
—¡No me sigas!—se quejó Arturo, dándole un empujón a su hermana.
—¡Tú me estás siguiendo!—le reclamó la pequeña Elina, sacándole la lengua—. ¡Busca tu propio escondite!.
Siguieron corriendo, ¡la casa era verdaderamente enorme!. En el camino habían escuchado a su padre hablar con su tío sobre la nueva casa, la cual su padre mencionó se la había comprado a un viejo amigo que él y su tío estimaban mucho. Por lo regular las platicas de su padre con otros adultos eran aburridas, hablaban de leyes y jueces pero eso vaya que les había llamado la atención a los pequeños al igual que a su tío, quien dijo que cuando estuvo en esa casa tuvo un sueño súper raro que para él fue tan real y largo como el vivir de toda una vida.
Corrieron por los pasillos ninguno quería perder el juego pues el castigo era un ataque de cosquillas de su papá y su mamá.
Arturo y Elina abrieron varias puertas del lugar, algunas habitaciones estaban llenas de cuadros, otras de armaduras, algunas estaban alfombradas y otras con un sin fin de libros, pero ninguna tenía potencial como escondite por lo que siguieron en la búsqueda hasta que...Llegaron a esa especial habitación.
Elina abrió la puerta con impulso, algo extraño le golpeó el rostro, como una brisa de la playa. La habitación estaba completamente en silencio, a lo lejos una ave cantaba pero el silencio y el vacío estaba presente en la habitación, pues estaba completamente vacía a excepción de...
El armario tan misterioso como hermoso. Con detalles de árboles y leones grabados sobre la fina madera roja.
—¡Yo pido esconderme ahí!—gritó Arturo detrás de Elina para introducirse en la habitación.
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𝑵𝑨𝑹𝑵𝑰𝑨: 𝑳𝒂 𝑬𝒔𝒑𝒂𝒅𝒂 𝑫𝒆 𝑪𝒓𝒊𝒔𝒕𝒂𝒍✰︎ೃ °➫𝑪𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒂
Fanfiction"𝑬𝒍 𝒗𝒆𝒓𝒅𝒂𝒅𝒆𝒓𝒐 𝒆𝒏𝒆𝒎𝒊𝒈𝒐 𝒆𝒔 𝒂𝒒𝒖𝒆𝒍 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒔𝒄𝒐𝒏𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒅𝒂𝒈𝒂 𝒕𝒓𝒂𝒔 𝒍𝒂 𝒆𝒔𝒑𝒂𝒍𝒅𝒂, 𝒏𝒐 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒏 𝒅𝒆𝒍𝒂𝒏𝒕𝒆 𝒕𝒖𝒚𝒐 𝒔𝒐𝒔𝒕𝒊𝒆𝒏𝒆 𝒍𝒂 𝒆𝒔𝒑𝒂𝒅𝒂" Una profecía. Una espada de cristal. Cuatro nuevo...