—¿Lo recuerdas?. ¿Cuando jugábamos entre los charcos de agua y lodo, cuando el verano era más largo y el sonido de las aves se notaba por encima del ruido del pueblo?—preguntó con melancolía la reina Lucy a su hermana—. Peter me cargaba en sus hombros para que pudiese sentir el viento en mi cara e imaginar que volaba...
—Lo recuerdo bien—Susan se llevó un mechón de su largo cabello, detrás de la oreja, disimulando la lágrima que luchaba por rodar por su mejilla.
—Y hoy henos aquí... Peter me dejó caer sin miedo ni piedad alguna—la mirada de Lucy pasó del suelo a las gotas de lluvia que se aferraban al vidrio de la ventana más cercana.
Ni siquiera el diluvio de afuera, podía representar todas las lágrimas que ambas reinas habían derramado a escondidas, debajo de la almohada, en los pasillos más oscuros, el lugar más olvidado del castillo era el mejor, siempre y cuando nadie las viese llorar. Una reina jamás se puede quebrantar, podrá mirar atrás, pero jamás detenerse.
—Tenemos que matarlo Susan—dijo Lucy cicatrizando las heridas de su alma, antes de ser hermana de Peter Pevensie era reina de Narnia, y por su pueblo, Lucy, siempre haría todo—. A ambos.
Ambos. Aquello le había dejado de doler a Susan desde hace mucho, o eso era lo que había creído. Pero como un mueble que se queda olvidado, el polvo prevalece trayendo el recuerdo de lo que fue en un pasado, así era Caspian X para la reina benévola. Sin embargo era más su desilusión, la cual cabalgaba como caballos furiosos contra el mar, ella se había ofrecido para ser la espía entre ambas cortes y su partida hacia el castillo de invierno estaba programada para dentro de dos días. Lo único que le dolía era dejar a sus hermanos, pero era valiente y no temía a ir sola a toparse con aquella manada de lobos hambrientos, ya era hora de que demostrara que como hija de Aslan ella llevaba a una feroz leona dentro, un corazón valiente, Susan estaba convencida de que lo lograría.
—Seré espía Lu, no asesina. Sé lo que quieres decir...
—Tú estarás con el enemigo solo basta una flecha mientras estén dormidos y todo esto habrá terminado—Lucy cada vez luchaba por seguir siendo tan fuerte como la vida la había hecho ser-. Es lo mejor Susan.
—¡Me estás pidiendo que mate a nuestro hermano mayor y al hombre que alguna vez amé!—Susan gritó en desesperación.
Un relámpago iluminó la fría noche, junto con un trueno estrepitoso, golpearon con toda su fuerza los cielos, haciéndole justicia a los sentimientos de ambas reinas.
—¡Lo que te estoy pidiendo es que salves a nuestro reino!—los ojos de Lucy exclamaban no una furia sino una súplica hacia su hermana.
—Esa no es mi misión, no es mi destino robarles la vida, ellos lo harán—Susan luchaba con todas fuerzas para no asimilar que ella y su hermana estaban negociando la muerte de su propio hermano.
Lucy se aproximó hacia su hermana, sentándose a su costado, le dolía verla así, ver que ni siquiera se dignaba a mirarla.
—Es mejor morir como un hombre bueno que seguir viviendo como un monstruo—dijo Lucy con hilo de voz—. Si alguna vez amaste a nuestro hermano, has que su memoria prevalezca como el sumo monarca que fue, no que siga viviendo como el traidor de Narnia.
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