Susan se tomó con fuerza la muñeca para dejar de temblar.
Habían transcurrido dos días después de la coronación de Alison, todo Narnia se había sumergido en un instante de paz, todos menos Susan quien llevaba consigo más ideas de las que podía pensar a la vez. Sus pasos eran lentos, no quería llegar a su destino. La soledad del bosque era una buena compañía sobre todo cuando deseas estar a solas con tus fantasmas. Susan se encaminaba hacia un mundo de sombras y espinas, se dirigía hacia la corte de Aslan.
Con el peso del arco en su espalda, y con el temblor de sus manos, Susan se adentraba más y más en el bosque, no sabía bien si el temblor se debía al miedo o al frío de aquella tarde.
Sus emociones estaban desnudas, tantas mañanas se había despertado tan confundida, su cuerpo fuerza física podrían ser firmes como una coraza pero por dentro su corazón estaba desprotegido, estaría por enfrentarse a dos de los hombres que nunca imaginó enfrentar en su vida: A su hermano y al hombre que alguna vez creyó haber amado.
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Peter... Se había vuelto en el reflejo del poder y la ambición, Susan lo sabía bien, su hermano siempre había sido orgulloso y controlador pero nunca imaginó que lo que en un juego de niños se daba, en guerras y batallas se desataría.
Caspian... Aquel muchacho de los cabellos largos y negros, aquel que su fuerza interior era mayor que la que demostraba al exterior. Tal vez nadie se había dado cuenta, y la propia Susan lo deseaba así, pero ella con el corazón en la mano se habría quedado a ser su reina, sin embargo las cosas fueron diferentes, el miedo y la inseguridad podían llegar a hacer perder el juicio a una persona, tal y como a Caspian X le había sucedido.
¿Dónde habían quedado las ruinas de los hombres que solían ser?. Tal vez aún existían los cimientos para volverlos a levantar, o tal vez ya eran simple polvo...
El castillo de invierno se levantó imponente ante sus ojos, Susan había finalmente llegado a la Corte de Aslan. Como si la estuviesen esperando los altos portones dorados se abrieron de par en par, en cuanto la reina entró, una gran sorpresa se llevó, pues Susan esperaba encontrarse con un castillo abandonado en polvo y en soledad, pero la realidad con la que se topó era completamente ajena a lo que ella imaginó.
Soldados de todas las especies caminaban de un lado a otro, llevando metal entre sus brazos para fundirlo en espadas y armaduras. Peter y Caspian estaban formando un ejército.
De inmediato todas las miradas se giraron hacia la reina, quien se comenzaba a colocar en posición por si era necesario defenderse, algunos hombres comenzaron a acercarse hacia ella, pero justo cuando Susan tomó lentamente el extremo derecho de su arco...
—Vaya, vaya... Que agradable sorpresa. Bienvenida a la Corte de Aslan hermana-la saludó Peter con una sonrisa que hizo estremecer a Susan—. ¿Vienes a darnos algún mensaje de tu nueva reina?.
Susan permaneció callada por unos instantes, sintiendo como agua helada cada una de las miradas del lugar. Era momento de empezar su actuación de espía. No podía dejarse quebrantar por sus sentimientos.
