El frío de la mañana era una brisa que golpeaba ligera pero profundamente la espalda del muchacho, quien llevaba ya varias horas en el bosque, incluso había visto el amanecer llegar. Dylan tomó su espada y comenzó a practicar un poco, odiaba reconocerlo pero no podía evitarlo, aún tenía problemas con el manejo de la espada.
Recordó aquellas clases de esgrima cuando los reyes de antaño y Caspian supervisaban sus entrenamientos, ¡cuantas cosas habían pasado desde entonces!. El odio entre Caspian y su hermana, los poderes de los demás hijos de Astan, la guerra contra Carlomen y la espada de cristal.
Dylan no pudo evitarlo. ¿Desde cuando su hermana menor se había convertido en el centro de todo?.
Recordó cuando él solía ser el mejor de la familia, cuando su padre le heredó todos los negocios bancarios, cuando él era el hermano mayor, el líder de la familia O'Brien.
Aveces solía tener aquellos pensamientos, reflexionando en qué tal vez hubiera sido mejor jamás haber llegado a ese lugar. Si tan sólo hubiera seguido en la Tierra, él seguiría siendo el mejor hijo de la familia, el dueño de los negocios y de la fortuna de la familia, él seguirá siendo todo.
Dylan sintió que su pulso se aceleraba y su respiración cada vez era más corta.
¿Porqué su hermana tenía poderes?. ¿Porqué a su hermana el pueblo la amaba?. ¿Porqué su hermana era la dueña de la espada de cristal?. ¿Porqué su hermana era la verdadera y única reina legítima de Narnia?. ¿Y NO ÉL?. ¡¿PORQUÉ?!.
¡ZAS!.
Dylan no aguantó más, y golpeó con su puño la corteza del árbol más próximo a él. La sangre empezó a brotar de sus nudillos, pero no fue lo único que Dylan ocasionó.
La tierra comenzó a cuartarse a un lado de él, la grieta era profunda y cada vez se extendía más y más hacia uno de los ríos más cercanos. Dylan se sorprendió de ello, debía de correr, o por lo menos ese era el instinto que debía de tener natural pero algo dentro de él lo hizo permanecer ahí, Dylan deseaba parar aquella grieta pues cada vez era mayor y se acercaba con velocidad al río, por instinto cerró el puño y de pronto aquella grita comenzó a cerrarse hasta desaparecer.
Dylan se miró las manos con asombro. Había controlado la tierra. Había conocido el regalo de Astan. Había encontrado su don.
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