48. Junmyeon

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Mis días con Irene no eran los mejores a pesar de estar tomando café con total tranquilidad, observando por la ventana mientras ella me hablaba sobre tonterías de su vida.

Mis manos temblaban al saber lo que tendría lugar en día como este, antes de llegar había sido llamado con urgencia por mi padre. Lo que menos tenía en mente era en ir a visitarlo, pero debía obedecer a cada una de sus palabras si quería evitar problemas.

A veces deseaba ser un poco más como Kris, este tenía la libertad de estar con quisiera, follar y vivir la vida, algo a lo que yo estaba totalmente limitado por ser el mayor y futuro heredero. Quería ser alguien normal, gastar mis días junto a Yixing que era el hombre al cual amaba en lugar de tener que mentirle, saliendo con la chica que mis padres me habían asignado para conquistar.

Aquella reunión en mi casa fue lo que terminó de volver mi vida aún más miserable. Ellos se negaban a dar su brazo a torcer y me prometieron liberarme del resto por todo un año antes de tomar la empresa. Tendría todo lo que quería menos a Yixing y aunque era capaz de renunciar a aquello sabía que mi padre buscaría la forma de arruinarme y temía por la vida de mi novio.

Por eso me encontraba allí, en la cafetería, el lugar que más adecuado me pareció para decir tales palabras que no tenían ningún sentimiento dentro más que un amor unilateral por parte de Irene.

—Y estaba pensando que podríamos, ya sabes, mudarnos para ver como seria nuestra convivencia. Me encantaría buscar un hogar apropiado para los dos, ver que tal funcionan las cosas. No quiero decir que algo este mal, de hecho, esta perfecto. En un principio creí que serias como los típicos chicos aburridos que me presentaba mi madre, pero veo que congeniamos muy bien, ya tenemos bastante tiempo juntos y quizás debamos...

—Irene...—murmuré, poniéndome de pie, acercándome a ella antes de inclinarme hacia ella. Una de mis rodillas reposaba en el suelo a la vez que sostenía una pequeña cajita blanca en mi mano derecha. — También estaba pensando eso mismo y creo que es momento de que lo pregunte. ¿Quieres casarte conmigo y concederme la dicha de ser mi esposa?

Mis palabras habían sonado algo vacías, pero intenté disimularlo con mi mayor sonrisa y más aún al ver la felicidad que la invadió, lanzándose sobre mí, dejando un beso en mis labios.

—Sí, acepto, Jun. No sabes cuánto quiero eso, deseo ser tu esposa más que nada. —deslicé mi anillo por su dedo, rozando nuestras narices entre si antes de volver ambos a nuestros lugares. Ella observaba totalmente deslumbrada la joya que le había dado, elección de mi madre claramente, cuando mi teléfono sonó.

Una imagen de Yixing con un peluche logró sacarme una sincera sonrisa que se borró por completo al leer el mensaje que este llevaba.

Tragué en seco intentando tranquilizarme y simular que nada había sucedido antes de pedir permiso e ir al baño.

"Felicidades, Suhito. Seremos padres."

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