CAPÍTULO 9

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Kathe:

Después de toda la movida con mi madre me ha entrado un hambre flipante. Bajo a la cocina y saco un par de pizzas. Son las 12 de la noche no creo que ninguna pizzería este abierta, una de las millones de razones por las que tengo el congelador lleno de pizzas.

-¿Cuatro quesos o pepperoni?- Pregunto al sex-symbol que acabo de secuestrar. Esta mirando al móvil. No me ha escuchado o con quien este hablando es más importante que yo.

-¿Va todo bien?- Tiene que ser bastante fuerte ya que se le ha ido el color de la cara.

-¿Eh? Si. Esto... Me tengo que ir.- Dice levantándose de la encimera.

-Ah...

-Lo siento.- Se inclina para besarme pero me aparto. Me siento cómo autentica gilipollas... ¿Qué hago pidiéndole que se quede? Se me ha ido la pinza...

-Kathe por favor.- Dice avanzando hacia mi.

-No.- Levanto la mano para indicarle que no dé un paso más.- Tranquilo, no pasa nada. Ya sabes donde esta la puerta.-Digo mientras subo las escaleras. Entro en mi habitación y escucho como se cierra la puerta. Se ha ido.

¿Qué era tan importante como para dejarme plantada de esta manera? Me tumbo en la cama buscando un porque, cuando probablemente no lo haya. Finalmente me levanto y me pongo unos pantalones bombacho de cuadros verdes y rojos y una camiseta negra. No tengo ganas de buscar el pijama. Bajo y vuelvo a guardar las pizzas, se me ha ido el apetito. Cojo un helado de chocolate con almendras y subo a mi habitación. Como el buen compañero que es, Tom me está esperando llenándome la cama de pelos. Enciendo la tele y me tumbo al lado del único macho que no me ha fallado nunca.

En la tele no hacen nada así que acabo viendo Castle, hace unos años me encantaba, pero como en todo he acabado perdiendo el interés. A parte este episodio me lo he tragado unas 50 veces. Así que no sé como pero cuando me doy cuenta estoy mirando a la pared y sonriendo como una imbécil al recordar esta noche de locos. Primero Harry después mi madre y de nuevo Harry. Demasiadas emociones.

Unos lametones me despiertan. Tom. Miro al reloj que tengo encima de mí cabeza, probablemente no era el mejor sitio para ponerlo teniendo en cuenta que cualquier día de estos me la revienta. Mi habitación tiene una distribución bastante curiosa, es una mezcla de santuario literario y de escondite. Más bien tenía la función de escondite con libros cuando mis padres discutían, aquí podía desaparecer, podía meterme en mis libros y ser una princesa esperando a su príncipe en un castillo, o la niña que vendía cerillas en la calle para poder comer.

Vuelvo a mirar el reloj. Las dos del mediodía. Para mi gusto es pronto, pero he quedado con Sel y por cojones me voy a tener que levantar. Me lavo los dientes y la cara, no me molesto en peinarme, con una coleta alta voy que chuto. Justo cuando bajo las escaleras escucho la puerta.

-¿Y esa cara de zombie?- Se mofa Sel entrando en casa. Tengo que quitarle la llave.

-Me acabo de despertar ¿Cuál es tu escusa?-Digo metiéndome directamente los cereales en la boca, paso de ponerlos en un bol. A parte de que estoy en mi casa y puedo hacer lo que me de la real gana.

-Gorda.- Me atraganto al escuchar la misma palabra con la que me describió ayer Harry. Harry. ¿Qué estará haciendo? Recuerdo la noche anterior y la misma pregunta retumba en mí cabeza... ¿Por qué se fue tan de repente?

-Ey- Sel chasquea los dedos sacándome así de mis profundos pensamientos.

-Son las dos del mediodía, déjame en paz.- Digo volviéndome a meter los cereales en la boca.

MAYBE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora