CAPÍTULO 35

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Kathe:

-Vamos a salir de aquí.-Dice Vanesa mientras se levanta.

Me tiende la mano y con un empujón ya estoy de pie. Vuelve a abrazarme, siempre he pensado que nadie abraza mejor que ella. Las personas que saben abrazar, saben que el objetivo no es rodear a la otra persona con los brazos, sino acercar el corazón al otro. No me acuerdo de dónde leí eso, pero es una de las típicas frases que lees y se te graban en la mente.  

Cuando llegamos al lado de la entrada caigo en que no se cómo a entrado.

-¿Cómo has entrado?

-He aprendido a saltar vallas de la mejor.- Me guiña el ojo y yo me rio. Es bueno recuperar a una vieja amiga.

Saltamos la valla y la culpa me invade al ver la ventanilla rota.

-Que sepas que te voy a hacer pagar por eso.- Me advierte señalándome con un dedo y una mirada que supongo que es amenazadora.

-¿Cómo has venido?- Vanesa señala una moto y hasta que no me fijo no me doy cuenta que es la mía.

Abro mucho los ojos y antes de que pueda decir nada ella me interrumpe.

-No eres la única que sabe robar un coche. O una moto. Cómo ya te he dicho, tuve una buena maestra.

Al final acordamos en que ella se va en coche y yo en moto.

-¿Nos vamos?

-Ve tú, ahora te sigo.- Digo mientras me agacho a atarme las bambas.

Ella echa a andar delante mío y yo sonrío al darme cuenta lo mucho que la echaba de menos.

Un agudo freno hace que me gire.

No puede ser. Corro a la carretera.

-¡Vanesa! ¡Oh dios! ¡No, no!- Muevo la cabeza.- ¡Quédate conmigo! ¡Hey!

No responde. Sigue en el asfalto.

Tiene la cara ensangrentada y la boca abierta.

Entonces escucho el motor del coche arrancar. Antes de que pierda de vista al conductor cojo la matrícula. ZYWX054.

-Vanesa, por favor.- Empiezo a sollozar.- Ahora no... Por favor.

Los ojos se mueven debajo de sus párpados mientras yo llamo al 911.

-¿En qué puedo ayudarle?-Responde una voz femenina al teléfono.

-Han atropellado a mi amiga. ¡Manden  una ambulancia!

-Tranquilícese joven. ¿Dónde están?

-En el cementerio. Cerca. En la entrada. ¡Por favor manden a una ambulancia!- Grito.

-La ambulancia esta de camino. ¿En qué estado se encuentra su amiga?

-¡Yo que se! Tiene sangre, mucha. Creo que se a roto el pie.

-¿Tiene pulso?- La pregunta me toma por sorpresa, no le he tomado el pulso. No quiero hacerlo y no notar sus latidos.

-¿Sigue ahí?-Pregunta la voz al teléfono.

-Si, si.

-Tómele pulso, por favor.

Lentamente levantó su muñeca y cierro mi mano alrededor. Al principio no siento nada pero casi me da un ataque cuando siento sus pulsaciones.

-¡Tiene pulso!-Grito.

-Vale. No se mueva de su lado. La ambulancia no tardará.- Rápidamente cuelgo y vuelvo a mecer a Vanesa.

-Nena... por favor. No te vayas, por favor.

-Llorica...-Susurra y yo me rio.

-¡¿Estas bien?!

La sirena de la ambulancia ya se escucha cerca.

-Vanesa...

Espero una respuesta pero no llega. Vanesa abre mucho los ojos y ahoga un grito. No puede respirar.

Los auxiliares bajan rápidamente y la apartan de mi.

-¡Respira! ¡Vanesa! Por favor... respira una vez más. Por mí.

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