CAPÍTULO 8

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Harry

-Lo siento, de verdad.- Dice mirando al suelo pero dirigiéndose a mi.

-Eh.- Le cojo la cara entre las manos obligándola a mirarme.- Tú no tienes la culpa.

-Lo se...- Dice estrechando su cabeza entre mi pecho. -¿Te puedes quedar esta noche?- Esa me ha pillado por sorpresa.

-Solo si me lo pides.

-Quédate conmigo esta noche.- Dice sin dejar de mirar al suelo. Esta muerta de la vergüenza. Detrás de esta chica con un millón de tatuajes y su fachada de chica mala, hay una niña dulce y con miedo, mucho miedo.

-Claro que si.- La abrazo acariciándole el cuello. Un pequeño escalofrió le recorre el cuerpo cosa que hace que se me escape una pequeña risa. Me mira y me saca la lengua. A pesar del estrés que al que me imagino que está sometida diariamente no pierde la sonrisa. Que chica.

-Mierda, Tom- Dice separándose de mi.

-¿Que?- Pregunto confuso mientras ella sube las escaleras. La sigo. Abre la puerta de una habitación y algo la tira al suelo, es un perro. ¿Qué coño? Odio a los perros. Kathe se echa a reír mientras el perro le lame la cara.

-Este es Tom. El único hombre de mi vida.- Dice mientras se levanta. El perro se me echa encima como si pudiese entender lo que acaba de decir Kathe.

-Hey, campeón.-Intento quitarme el perro de encima. Kathe frunce el ceño. Se habrá dado cuenta de que no me hacen gracia los perros.

-Ven aquí gordo.- Por un momento pienso que me lo dice a mi, pero no. Puto perro.

-¿Tom? Que nombre mas raro.- Me burlo.- ¿Dónde esta Jerry?- Me hecho a reír.

-Tu seras mi Jerry.- Me sonríe siguiéndome la broma.

-Un placer.- Hago una pequeña reverencia.


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